lunes, 22 de abril de 2013

P. AYASO

Su nombre era Paco, su apellido Ayaso, esto le había hecho cargar con el mote de “Payaso” desde la infancia.     Su aspecto era delgado, frágil, la piel la tenia grisácea y el pelo casi blanco,  a pesar de que no llegaba a la veintena de años su aspecto era de mayor.  Posiblemente provocado por la extraña enfermedad que acarreaba desde su nacimiento.   Una extraña enfermedad de origen genético, de esas que los afectados se cuentan con los dedos de una mano y que nadie gasta un euro en investigar.

Todo esto había hecho de Payaso una persona marginal, sin apenas amigos, con un trabajo de baja calificación en el parque de atracciones de la ciudad, donde disfrazado de algún personaje de ficción paseaba, dejándose hacer fotos por esos turistas y niños que tanto odiaba.

En la tele estaban dando noticias sobre esa nueva epidemia que asolaba a el mundo.   Paco se alegraba, ya era hora de que la gente sufriera como el llevaba sufriendo tantos años.   No obstante no le interesaban las noticias, rara vez las veía.  Paco había encendido la tele para ver la grabación que tanto le excitaba.   Una y otra vez ponía aquella grabación robada a su compañera.   Elisa, una guapa chica que trabajaba en el parque y que posiblemente, ni tan siquiera había advertido la existencia de Payaso.  El la había grabado a escondidas cuando ella se cambiaba de ropa.  Desde entonces se masturbaba obsesionado con ella, continuamente.

Cuando sonó el teléfono se quedo unos segundos pensantivo, quien seria, a él nunca le llamaba nadie, luego vio el display y reconoció el numero, era el de su jefa, una mujer cincuentona, pero legante y bien cuidada.  El la odiaba, creía que ella le tenia manía y siempre le ponía en los peores sitios, pensaba que también le ignoraba y ninguneaba constantemente, mas de una vez payaso había jurado que llegaría el día que se vengaría.

-        ¿Si? – Contesto Payaso, asustado, no podía ser nada bueno si la jefa le llamaba y él, necesitaba el trabajo.
-        Paco, soy Elena, necesito que me confirme que hoy vendrá a trabajar, e informarle que hoy tendrá que doblar turno –
-        Si, claro, iré, ¿Me lo daréis en días libres o me pagáis las horas extras? – Pregunto Payaso.
-        Nada de eso, hay gente enferma y necesito rehacer el cuadrante, tu  quédate doble turno y conservaras tu trabajo – Sin decir mas colgó el teléfono.

Aquel ida no fue normal, la llamada de su jefa no era normal, el trayecto en tren no fue normal y por supuesto ese día de trabajo no iba a ser normal.

En los vestuarios estaban algunos de sus compañeros juntos tomando café, seguramente hablando como todo el mundo, de la maldita epidemia.  Allí entre ellos se encontraba Elisa, hizo intención de acercarse a ella, luego pensó lo que había pasado otras veces anteriores, como lo habían hecho el vacío y los ignoro, siguiendo su camino.   Se acerco al tablón y vio que como de costumbre lo habían colocado de Payaso, lo que empezó siendo un broma por su nombre, se había convertido en una costumbre, seguramente a la hija de puta de la jefa le hacia gracia y casi siempre le tocaba a el disfrazarse de payaso.  

Se puso el traje arco iris, los zapatos gigantes, se pinto la cara de blanco, con estrellas negras en los ojos, su brillante nariz roja y su peluca amarilla, luego cogió los globos y la bombona de aire y salió al parque en busca de niños..

No había casi nadie, no había niños corriendo ni padres haciendo fotos.  Ni siquiera nosotros, habíamos venido la cuarta parte de la plantilla y aun así sobrábamos la mitad.  Muchos de los puestos y locales ni siquiera habían abierto.  Y los pocos que abrieron, estaban vacíos, todo el mundo se agrupaba entorno a los televisores para conocer las ultimas noticias de la plaga.

A partir del mediodía empezó a llegar gente andando.  No se los podía considerar clientes, era gente que intentando abandonar la ciudad se habían quedado bloqueados en la autopista a la altura del parque,  llegaban andando al parque, en busca de comida, bebida o cualquier otra cosa y luego volvían a sus coches.

A media tarde, el parque tenia tanta gente como en un día normal, la gente que antes volvía a su vehículo, ahora se quedaba en el parque esperando.  Había grandes colas que no eran para las atracciones, si no en las tiendas de agua o alimentos.  La hija de puta de mi jefa me puso en un kiosco a vender palomitas.

Poco antes de la hora de cerrar el parque, fue cuando llegaron los primeros infectados.  Primero los inmovilizaban e intentaban atenderlos en la enfermería, luego ante el aumento del numero, intentaron encerrarlos en la casa del terror, hasta que llegara la policía o la ambulancia, después empezó a aplicarse la solución final.

Cuando oscureció, aquello se convirtió en una batalla campal.  Las mujeres y los niños se refugiaron en el auditorio, mientras los hombres luchaban contra los infectados que aparecían de todas partes. Todo el mundo peleaba, palos de golf, bates de béisbol o cualquier otro variopinto objeto servia para combatir.  Fueres donde fueres, encontrabas gente que gritaba asustada o peleaba hasta desfallecer.   En un momento determinado vi a un tipo negro, enorme, con un madero también enorme, soltando mandobles a diestro y siniestro, me acerque a el, buscando su protección y el cabrón me dio un golpe en la cabeza que me dejo inconsciente.

Cuando desperté me llamo la atención el silencio, ya nadie luchaba, ni gritaba.  Sin embargo había mucha gente a mi alrededor, ahí estaba el negro cabrón que me había tumbado.  Me acerque a el para pedirle explicaciones y me quede atónito, tenia los ojos en blanco y sangre por todas partes, estaba infectado.  Corrí asustado pidiendo ayuda al resto de las personas que por allí pululaban y poco a poco pude comprobar que todos estaban infectados, solo quedaba yo.   Sin embargo, no me atacaban, me ignoraban luego yo también debía estar infectado.    Busque por mi cuerpo alguna herida o mordisco, pero salvo el chichón en la cabeza, no encontré nada.

Quizás mi enfermedad, los síntomas eran muy parecidos a los de los infectados, ¿puede ser que esa lacra que había maldecido toda mi vida, ahora me salvara de una muerte segura?.   Los infectados se pusieron en movimiento y caminé entre ellos como uno mas, sin temor.  

Se dirigían a la noria, a sus pies un grupo numeroso de infectados alzaba sus manos hacia el cielo.   Mire hacia arriba y vi lo que buscaban.  Algunas personas había escalado la noria y se refugiaban en las cabinas mas altas, fuera del alcance de los infectados que gruñían impotentes.   Me acerque a la cabina de control y apreté el botón de arranque, automáticamente la noria se puso a girar y las personas subidas en ella a gritar, los infectados entraron en una actividad frenética, en pocos segundos empezaría la carnicería.

Poco a poco las cabinas fueron bajando y las personas que había en ellas cayeron en manos de los infectados, algunos intentaban zafarse sin conseguirlo, otros se resistían con las manos, pero al final todos tenían el mismo fin.  Había sido una pequeña travesura, que me había reconfortado, por primera vez en mi vida me sentía libre y poderoso.

Luego escuche un disparo, alguien disparaba a mis nuevos amigos, me parecía injusto que mis amigos lucharan con las manos y los dientes, contra las balas.   El origen era el auditorio, allí en el interior se defendían las mujeres y los niños.   Tenían la suerte de que solo una puerta estuviera abierta y como la habían atrancado, los infectados entraban de uno en uno, sin llegar a ser una amenaza,  mientras en el exterior cientos de infectados se agolpaban en las puertas gruñendo, sin poder acceder.

Tenia que hacer algo.  Fui a por la llave maestra que se guardaba en la oficina de seguridad y luego, me hice espacio entre los infectados para abrir las puertas.   En unos minutos todas las puertas estaban abiertas y todos mis amigos entraban al asalto al auditorio.  Una niña de unos diez años estaba a punto de escapar, pero la llamé y cuando se acerco a mi, la pude agarrar hasta que llegaron mis compañeros.  Era como ver una película de terror, la gente gritaba intentando salvar a sus hijos para acabar inexorablemente en las garras de la muerte.

Continúe explorando el parque, buscando nuevas víctimas, y encontré  otro grupo de infectados que intentaban entrar al edificio de administración, seguro que allí se refugiaba alguien.    Escalé un árbol y me colé por una ventana del primer piso.  Todo parecía vacío, estaba oscuro y silencioso.   Era posible que después de todo el instinto de los infectados fallara.

Como ya estaba dentro, decidí explorarlo entero,  ¡¡bingo!!.  Allí escondida en su despacho de la segunda planta estaba Elena, mi odiada jefa, un escalofrío de felicidad me recorrió el cuerpo no me podía creer mi buena estrella.   Entré al despacho riendo, ella gateaba por el suelo asustada como un animalillo, sollozando.

-        Ahora no pareces tal altiva y presuntuosa como esta mañana – la dije
-        ¿Paco eres tu? Ayúdame. – me dijo entre lagrimas.
-        Ahora quieres ayuda hija de puta, siempre me has tratado como a una mierda, ¿y ahora pides ayuda?.  Haré lo mismo que haces tu conmigo “darme por culo todo el día” – la dije arrastrándola del pelo hasta la mesa del despacho.

Al principio intento resistirse, pero tras dos hostias se rindió, la quite la ropa y la até las manos con los pies.  Allí estaba desnuda en aquella posición ridícula, suplicando piedad.  No la tuve, pasé horas torturándola, haciéndola mucho daño.  Cuando me canse, abrí la puerta por si alguno de mis nuevos amigos quería comerse las sobras.

La nueva situación me gustaba, estaba tan solo como siempre, pero ahora hacia lo que se me antojaba.  Ahora yo mandaba en el parque.  Por primera vez en mi vida era feliz.   Lo único que me faltaba para ser completamente feliz era Elisa, mi guapa compañera.   Decidí buscarla, quizás también estuviera escondida y podría rescatarla para que se enamorara de mi.

Después de buscar por todo el parque, descarté que quedara alguien escondido, los infectados tenían un sentido especial para encontrar a la gente y no parecían alertados por la presencia de nadie.  Me iba a dar por vencido, cuando recordé que a Elisa le tocaba currar en el túnel del amor.   Corrí hacia la atracción y la busque dentro del túnel, allí di con ella.   Estaba sentada en un rincón, con los pechos al aire, despeinada y con la mirada vacia, moviendo una pierna donde destacaban algunos mordidos y arañazos.    La abracé con ternura y luego de la mano la lleve a una de las salas del túnel del amor, allí la quite el resto de su ropa, su piel estaba grisácea y fría, sus pechos duros me seguían imantando.   Empecé masturbándome, mirándola, frente a ella, pero luego no pude resistirlo y la tumbe para hacerle el amor.    No era como me había imaginado tantas veces viendo la grabación, pero me gustaba,

Con el tiempo Elisa y mis amigos fueron adelgazando.  Yo me di cuenta que como a una mascota, si no les das de comer, al final se muere.  Afortunadamente se me ocurrió una brillante idea y a partir de ese momento todas las noches encendía la noria o alguna otra atracción,  esperando algún incauto que la viera y se acercara a mi “honeypot”.  

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