viernes, 18 de mayo de 2012

GUSILUZ MADE IN LOVIISA



Normalmente no viajo de noche, es demasiado peligroso, hoy  día la noche es de los zombis, los dias aun los luchamos.  No obstante, estaba tan cerca de mi destino que decidi arriesgarme, a pesar de ser ultima hora de la tarde, la recompensa merecía la pena.   

Conducía un Porsche 911 que encontré abandonado junto con otros cientos de vehículos en la E-18, la autopista que unía Porvoo y San Petersburgo.  Decidí darme uno de los pocos caprichos que puede uno permitirse hoy día, cambiar mi vieja fregoneta por un flamante deportivo sin gastar un chavo, por la cara.  

El placer de conducir un deportivo a 200 km/h por autopista se convierte en una ruleta rusa cuando la carretera esta sembrada de vehiculos abandonados.   Ese fue el motivo,  al tomar aquella curva tuve que pegar un volantazo para esquivar algo y el Porsche se fue a tomar por culo, con un par de vueltas de campana y mi vida pasando por delante de mi en decimas de segundo.  

Cuando recupere la consciencia, la oscuridad lo envolvia todo,  yo tumbado boca abajo sin poder moverme, aprisionado por entre los amasijos de coche y no era lo peor, los golpes de un podrido sonaban furiosos sobre el chasis del  abollado deportivo, tratando impotente de alcanzarme.  Intente moverme, pero me resulto imposible,  me dolía todo el cuerpo, seguramente tenia varios huesos rotos y un hilo de sangre caía de mi cabeza, dejando mi cara con peor aspecto que la del tio de fuera.   No sabia donde habían ido a parar las armas que llevaba en el asiento del copiloto, por lo que era cuestión de tiempo que este podrido o cualquier otro que llegase al lugar acabara conmigo.

Pasaron las horas con el sonido incansable de fondo del podrido, la falta de sangre empezó a pasarme factura y poco a poco notaba como perdía las fuerzas y la consciencia.  Lo ultimo que recuerdo es el sol del amaneder cegandome los ojos, los cerre y me despedi con un ultimo pensamiento para mi mujer y mis hijos.

Volvi a despertar, frente a mi cara, a pocos centimetros apareció un zombie, pensé que estaba viendo alucinaciones pues aquel zombie era muy raro, brillaba en la oscuridad con un color verde fosforescente.  Luego solo escuche un relámpago mientras se me nublaba la vista y perdía el conocimiento.

Cuando volví a despertar el escenario era totalmente diferente, estaba solo en una bonita habitación, en una cama limpia.  Intente moverme y note un fuerte dolor en la pierna, quite la manta que había sobre mi y vi que estaba la pierna escayolada.   Debió romperse en el accidente, alguien me había salvado y curado.   Como pude, me levante y me acerque al espejo colocado junto al mueble.   Tenía una pinta espantosa, con un vendaje en la cabeza, arañazos y golpes por todo el cuerpo y la pierna partida.

-     Vaya por fin a despertado ud¡¡ - Sonó una voz femenina a mi espalda.

Me gire y vi como una bella mujer entraba en la habitación.  Era un mujer de mediana edad, muy atractiva, con el pelo largo y rubio, los ojos color miel.  Vestía un chándal negro ajustado a su cuerpo, que realzaba su bonita figura.   Ella, noto que me la estaba comiendo con los ojos y bajo la mirada, luego continuo hablando.

-     Mi nombre es Malena, ha pasado varios días muy débil, ha tenido usted mucha suerte, ¿habla usted mi idioma? -  Me dijo, mientras extendía la mano para ofrecerme unas pastillas.
-     Mi nombre es Lamolevk, Ivan Lamolevk, pero no recuerdo nada, ¿como he llegado aquí? – la pregunte intrigado mientras miraba las pastillas, eran antibióticos.
-     Tuvo un accidente en la autopista, su coche se estrello.  Tuvo mucha suerte de que mi marido pasara cerca y viera a los “Gusiluz” alrededor de su coche, lo salvo y le trajo a nuestra casa, aquí en mitad del lago. ¿no recuerda nada? -   
-     ¿Gusiluz? - Exclame intrigado mientras recogía las pastillas de su mano.  Note su suave tacto, provocándome un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo.
-     Así es como llama mi mujer a los caminantes luminiscentes, que llegan desde la central nuclear de Loviisa – Intervino una voz ronca de hombre.

Ella retiro rápidamente su mano y se aparto a un lado.  Allí en la puerta de la habitación había un hombre de 1,95 de estatura, rubio, delgado, vestido con ropa militar.

-     Mi nombre es Harol, pero todo el mundo me llama Larguirucho.  Estaba cazando cuando te encontré -  me dijo mientras se acercaba a estrellarme la mano.
-     Muchas gracias, ¿es normal lo de los “gusiluz”? no lo había visto nunca. – le pregunte al hombre.
-     Cada vez es mas frecuente, vienen de la central nuclear de Loviisa, creemos que hay una fuga radiactiva y algún extraño fenómeno hace que los caminantes brillen en la oscuridad. – Contesto Larguirucho con voz resignada.
-     Yo no quiero molestar, si me dicen donde están mis cosas, me marchare lo antes posible – le dije a ambos.
-     Si se marcha en ese estado, no durara ni media hora fuera, es mejor que descanse hasta que se reponga, aquí no molesta y estará seguro – me regañó Larguirucho.
-     Acuéstese y descanse, le traeré algo de comer – intervino Malena mientras salía de la habitación.
-     No se nada de usted, quizá es demasiado pronto para pedirle ayuda pero necesito que se recupere y me acompañe.  Yo trabajé en la central nuclear y se como cerrar la fuga, pero necesito ayuda. -  Larguirucho estaba pidiéndome que fuera con el a reparar una central nuclear, no me lo podía creer y no me podía negar.

Durante los siguientes días Malena y yo pasamos mucho tiempo juntos, a solas, mientras Larguirucho, salía a cazar o en busca del equipo NBQ, que necesitábamos para acercarnos a la central.  Durante esos largos periodos que pasamos juntos, note como Malena y yo congeniábamos, a veces se ponía nerviosa cuando me quedaba mirándola o cuando forzaba la situación para poder tocar su piel.

Un día estando solos en casa, la pedí que me ayudara a entrar en la sauna.  En un momento determinado deje que se me cayera la toalla quedando completamente desnudo ante su mirada.  Ella durante unos segundos se quedo mirándome petrificada, yo estaba desnudo y empalmado, luego reacciono y escapo corriendo a la casa.   Durante el resto del día estuvo esquivándome y cuando su marido volvió no le contó lo que había pasado.

Al día siguiente cuando Larguirucho volvió a salir de casa,  Malena aprovecho para darse una sauna, vi como andaba en albornoz hacia la pequeña caseta que tenían, cercana a la casa a orilla del lago.  Espere a que entrara dentro, entonces me desnude y ande hasta la sauna, abrí la puerta y allí me plante, Malena estaba tumbada completamente desnuda, con los ojos cerrados.     Cuando noto la brisa de la puerta, se incorporo súbitamente y nos encontramos desnudos frente a frente, ella hizo un ademán primero de taparse los pechos, eran enormes, redondos y jugosos, luego bajo las manos para taparse el pubis, lo llevaba totalmente depilado.  Yo la quite las manos  de su cuerpo y lo recorrí con la mirada.  

-     Déjame, por favor, estoy casada – hizo un nimio gesto de resistencia.
-     Se que te gusto, veo como me miras y estoy seguro que lo deseas tanto como yo – la dije mientras la agarraba los cachetes del culo y la atraía hacia mi.
-     Déjame¡¡¡ - intento zafarse de nuevo.
-     ¿Es eso lo que quieres?, si lo dejo ahora, esta misma noche me marchare, contesta ¿Es eso lo que quieres?- La solté y me gire con intención de marcharme.
-     No……..por favor no te marches – contesto ella casi susurrando.

Después de decirme esto, dejo de oponer resistencia y paso a una fase mas activa.   Se arrodilló y empezó a chupármela.    Luego la levante en brazos y la penetre contra la pared de la sauna, mientras ella gemía y me pedía por favor que no parara y yo la lamia los pezones empapados en sudor.

En ese momento la voz del Larguirucho desde el bote y el sonido de los remos, nos cortó el royó, bese los labios a Malena y salí de la sauna corriendo a la casa desnudo, fue un milagro que no me viera su marido.   Me vestí lo más rápido que pude mientras oía a Larguirucho llamarme por toda la casa.

-     Amigo Ivan tengo buenas noticias – me dijo Larguirucho cuando abrió la puerta de mi habitación.
-     Soy todo oídos – respondí intentando mantener la compostura, aunque el corazón me latía a doscientas pulsaciones.
-     Por fin he localizado los trajes NBQ, cinco equipos completamente nuevos. – dijo Larguirucho rebosante de dicha.
-     Que alegría y ¿donde estaban? – Le pregunte aparentando que me emocionaba.
-     En la estación de bomberos de Porvoo, a pocos kilómetros de aquí, no me explico como no se me ocurrió antes ir allí.   Cuando te repongas completamente, iremos a la central-
-     Malena prepara la cena y vino¡¡¡. Tenemos que celebrarlo -  Grito Larguirucho dejándome solo en la habitación.

El resto de la noche fue muy extraño, Malena y yo constantemente cruzábamos miradas furtivas, aprovechábamos cualquier despiste o visita al excusado de Larguirucho para besarnos y magrearnos.  El, ajenó a nuestros flirteos hacia planes para la incursión en la central nuclear, yo también los hacia, para una incursión dentro de Malena.

-     Bueno ahora para relajarnos y dormir bien lo mejor es que tomemos una sauna – dijo Larguirucho cuando acabo el postre.
-     La verdad es que yo estoy cansado, prefiero ir a mi habitación a dormir, hoy a sido un día duro – me excuse con Larguirucho mientras bostezaba.
-     Yo he tomado una sauna esta mañana, cariño, ya sabes que no es saludable que vuelva a tomar otra – se justifico Malena, mientras empezaba a recoger la mesa.
-     Esta bien, iré yo solo, vosotros os lo perdéis – dicho esto Larguirucho se fue a su habitación a cambiarse.

Cinco minutos después, desde la ventana de mi habitación veía como Larguirucho salía de la casa con su albornoz caqui en dirección al lago.   Sin perder un segundo busqué a Malena por la casa, cuando nos encontramos nos fundimos en un apasionado sobeteo.

-     ¿Y si vuelve mi marido? - Me preguntó Malena, sin dejar de besarme.

Me quede un segundo pensando y luego la coloque sus brazos apoyados contra la ventana, me puse a su espalda, la levante el vestido, introduje mis manos en sus braguitas y la dije.

-     Tú vigila que no venga tu marido, yo me ocupo del resto – la coloque el culo en una posición perfecta para penetrarla como un semental, mientras ella se retorcía de placer.

Durante unos minutos estuve bombeando dentro de ella, luego soltó lo que pensé era un  grito de placer, pero sorpresa, el grito era porque Larguirucho venia corriendo desde la sauna.

-     Ivan rápido¡¡ las armas¡¡¡ -  Gritaba Larguirucho desesperado, corriendo hacia la casa donde Malena y yo desnudos le poníamos los cuernos. 

Yo, por un momento me imagine en un duelo por una mujer.   Me subí los pantalones y mire a mí alrededor.   Junto a la puerta había una escopeta L&W superpuesta de caza.

-     Nos matara a los dos¡¡ - no dejaba de gritar Malena.

Cogí la escopeta e y abrí la puerta, larguirucho corría desnudo, desesperado hacia la casa.  Fue entonces cuando lo vi, era una masa luminiscente de casi tres metros, un ser amorfo que hace mucho que dejó de ser humano, el virus z y la radiactividad habían creado un engendro inmenso que destruía todo a su paso.   Cargué la escopeta con dos cartuchos y le apunté a la cabeza.

-     Larguirucho tírate al suelo – le grite inútilmente, entre la tensión y el ruido generado por esa mole, era imposible que me escuchara.

Larguirucho estaba a pocos metros de la casa, pero el engendro era mas rápido que el y le recortaba distancia a cada segundo.   Yo calcule que una vez que larguirucho me rebasara apenas tendría tiempo de hacer uno de los disparos.    El miedo provocó que Larguirucho tropezara, cayendo de bruces al suelo.  Yo reaccione en un acto reflejo disparando dos veces a la cabeza del bicho.   Cuando el engendro recibió los  disparos paró, soltó un grito sobrehumano y arrancó un poste del suelo, como si fuera un juguete de niños y lanzándolo hacia nosotros con una fuerza sobrehumana.      Me lance al interior de la casa y el poste se estrello con el marco de la puerta. 

 Cuando levante la cabeza vi a Malena, temblando, muerta de miedo con un hacha entre las manos.   Se lo arranque de las manos y lo alce sobre el marco de la puerta esperando que el engendro entrara para asestarle un golpe mortal a la mole.  Larguirucho irrumpió por la puerta y yo baje el hacha, pude frenarlo cuando estaba a 1 cm de su cráneo, el se giro hacia mi mascullando algo.  Yo lo empuje al interior de la casa, junto a Malena.

-     ¿Que dices larguirucho?, habla mas fuerte que no te escucho. - 

Larguirucho no me contesto, se incorporo y señalo la puerta con cara de terror, allí estaba, verde, brillante, inmenso, terrorífico entrando en la casa.    El engendro tenia medio cuerpo en el interior de la casa, yo balance el hacha en el aire dejándolo caer sobre su cráneo, entonces el bicho soltó un berrido que se pudo oír a varios kilómetros a la redonda, luego cayo de bruces y dejo de moverse.

-     Es la radiación, si no acabamos con esto pronto, lo siguiente que venga, podría ser peor – dijo Larguirucho mientras recuperaba el resuello.
-     Tienes razón, debemos ir a esa central lo antes posible – sentencie. A la par que Malena nos cogía a los dos  y nos abrazaba.

Aun no había amanecido cuando los tres atravesábamos el lago remando.  Allí, en la otra orilla nos esperaba un BMW 4x4, cargamos el equipo y conducimos los kilómetros que había hasta la central.   Poco antes de llegar parábamos para colocarnos los trajes protectores.   Malena se desnudo delante nuestra con toda naturalidad y se colocó el traje protector encima de la ropa interior, yo me quede mirándola fascinado, entonces Larguirucho se acerco a mi.

-     ¿Qué hay entre Malena y tu? – me susurro al oído.

Yo no estaba preparado para esa pregunta, no quería mentir a Larguirucho, (le debía la vida) pero por otro lado no podía confesarle que me había calzado a su mujer.

-     Si logramos salir de la central nuclear, quiero que te vayas – continuo susurrándome,  sin duda imaginaba lo que había pasado entre nosotros.
-     No problem, no me volveréis a ver – asentí y me alejé,

Paramos el vehículo en la zona de control de la central, la puerta estaba destrozada y no se veía a nadie, solo silencio y la muerte que se presentía en el ambiente.  Malena se quedo esperando en el 4x4 y nosotros anduvimos hacia el edifico de control, el plan era simple, llegar a la sala de control y activar el sistema automático de prevención de fugas, luego hacer un apagado controlado de la central.

Cuando llegamos a la puerta encontramos el primer inconveniente, estaba cerrada y el sistema se seguridad se componía de un sistema, que requería una tarjeta magnética y la huella de un dedo para abrirlo.   Lo primero que me pasó por la cabeza fue volarla en pedazos, pero recapacite, pensándolo fríamente la explosión haría saltar todas las alarmas y todos los podridos de varios kilómetros a la redonda acudirían a la fiesta, además seguramente no seria la única puerta con cerradura de seguridad que encontraríamos y solo teníamos un poco de goma-2.

Nos dirigimos hacia otro edificio, parecía administrativo, pensando que seria el sitio más lógico para buscar técnicos o personal de seguridad que tuvieran tarjeta y “dedo”.   Entramos en el edificio y encendimos nuestras linternas, la oscuridad nos envolvía, el silencio era aterrador, avanzamos despacio hasta que una luz verde que desprendía una puerta llamo nuestra atención.  Avanzamos  hacia esa luz, era un pequeño despacho,  la puerta estaba cerrada, pero por debajo y los laterales, desprendía el brillo verde característico de los gusiluz.    Le hice señas a Larguirucho para que tuviera el rifle preparado, yo saque el machete de la mochila, si solo había un podrido, era mejor hacerlo silenciosamente.  Haciendo palanca con el machete hice saltar la cerradura, abrí la puerta despacio, con cuidado y ojeé el interior.

Solo había uno,  era espantoso, era un hombre obeso, deforme, lleno de pústulas.  Cuando me vio al contrario que otros podridos, no intento atacarme, solo me miraba, por un segundo me plantee que quizás no fuera peligroso, pero entonces se empezó a inflar con un globo.   Larguirucho y yo nos miramos sin dar crédito a lo que estábamos viendo.   Unos segundos después el hombre había duplicado su tamaño, estaba a punto de estallar ante nosotros.  Cerré la puerta bruscamente y al instante sonó una gran explosión en el interior del despacho.

 Después de un paréntesis, sin movernos, en silencio, rezando para que esa explosión no hubiera alertado a mas podridos, continuamos explorando la central en busca de la tarjeta y el dedo.   Larguirucho me fue guiando por pasillos y edificios oscuros, hasta que un gemido antinatural en nuestro camino nos helo el corazón.  

Yo comprobé que la escopeta estuviera cargada y el, hizó lo propio con el rifle.       Avanzamos en dirección al gemido que cada vez se oía más nítido.    El origen estaba detrás de una puerta de blindada, allí varias luces de alarma advertían claramente de la fuga de radiactividad.    Abrimos la puerta y  encontramos el mayor horror imaginable, en los meses que había trascurrido desde la hecatombe yo había visto muchas cosas, pero nada como aquello.     Eran decenas de personas, zombis, con la carne pegada, los efectos de la radiactividad y el calor los habían fundido, de forma que solo había una masa con miembros que se movían en todas las direcciones intentando zafarse de los demás cuerpos, todos pegados como un chicle gigante.   Cuando nos detectaron, algunos de ellos intentaron avanzar hacia nosotros inútilmente, ya que el resto de seres se movían en direcciones opuestas.   

Después de un rato absorto mirando esa mezcolanza de miembros, me gire buscando a Larguirucho, pero no lo encontré, intente abandonar la sala y hallé la puerta cerrada, ¿se habría largado dejándome allí?, ¿me la habría jugado?   Mire a mi espalda y vi como aquella parte de ser, quería alcanzarme y había conseguido avanzar unos metros hacia mi, apenas me quedaba escapatoria, solo un pequeño hueco por los extremos de la sala antes de que me acorralara.    Corrí a oscuras pegado a la pared de la sala, pasando a unos pocos centímetros de eso.     En la otra parte de la sala había una salida, luego un oscuro pasillo, luego otra puerta, alumbre el letrero para saber hacia donde me dirigía. “SEGURIDAD”.

Allí en la sala de seguridad funcionaba la energía de emergencia,  las cámaras de seguridad, mostraban en las pantallas todo lo que se movía en la central.   Busqué por las pantallas y rápidamente localicé a Larguirucho.

Estaba colocando un poco de goma-2 y un detonador en la puerta de seguridad, el imbécil iba a atraer hacia el, a todos los podridos de la puta central nuclear, tenia que hacer algo, el tiempo era crucial.    La cerradura estalló en pedazos y la puerta se abrió, pero no sonó ninguna alarma, entró y atrancó la puerta para evitar que yo o cualquier podrido le siguiera.   Cambie de monitor intentando localizarlo de nuevo y  en un primer repaso a las pantallas observé como  la explosión había despertado a zombis latentes que había en el edificio.

Avanzó despacio por el edifico, a su paso encontró podridos que parecían la puta galería de los horrores, su color verde fosforescente y sus deformidades eran habituales.   Entonces uno, con dos cabezas se puso en su camino, tuvo que volarle ambas, porque después de destrozarle la primera continuaba tan tranquilo.  Al final  llegó a una sala que parecía un almacén y entró dentro.  Yo seguía observando desde los monitores.

-     Esta central esta completamente muerta, que coño busca aquí¡¡ - pensé para mi.

Poco rato después Larguirucho apareció de nuevo en pantalla portando un maletín metálico, tenia el símbolo de material radiactivo en sus laterales.    El hijo de puta estaba robando algo de la central nuclear.

Desandando su camino apresuradamente tropezó un par de veces, las prisas hacían que cometiera errores y que no fuera tan alerta, lo que seria su sentencia.     Yo miraba la pantalla ilusionado, esperando que de un momento a otro se topara con algún podrido y acabara con el.

 De pronto un ruido hizo que desviara mi vista de los monitores.   El ruido procedía del techo,  mire hacia arriba y vi lo que parecía un hombre araña moviéndose por el techo como si la gravedad no fuera con el,  era otro engendro producto de la radiactividad.  Antes de que pudiera apuntarle el zombi araña salto sobre mí y caímos al suelo.  Busque con las manos la escopeta, pero estaba demasiado lejos de mi mano, de un momento a otro el bicho atravesaría mi traje protector y eso seria fatal.

Durante unos segundos interminables forcejee con el bicho, intentando zafarme de el, luego comprendí que mi única oportunidad era el machete, deje de forcejear y tantee mi mochila en su busca, cuando lo halle, se lo clave con todas mis fuerzas.  El bicho salió despavorido por el techo dirección  al pasillo, llevando mi machete clavado de recuerdo.

Me levante del suelo, recogí la recortada y la linterna, alumbré el techo en busca del engendro, ya no había ni rastro.     No creo que tuviera ganas de regresar.

Busque de nuevo en los monitores y encontré a Larguirucho, ya estaba en el exterior, corría frenético hacia el coche, llevaba un grupo de podridos siguiéndole los talones.   En otro monitor pude ver a Malena, había arrancado el 4x4 y conducía a su encuentro a toda velocidad.

Poco antes de llegar hasta Larguirucho, Malena realizó un trompo demostrando una maestría en la conducción que yo no esperaba.     Entonces abrió la puerta del copiloto, yo asumía se iban a largar los dos sin mí y me quedaría tirado como una colilla.

 Larguirucho lanzo el maletín al interior del coche y cuando se dispuso a entrar en el vehículo, Malena le descerrajo un disparo a bocajarro en el pecho, arranco y puso tierra de por medio.  En un suspiro la horda estaba encima del pobre diablo, dando buena cuenta de el.

Ahora era yo, el que tenia que salir de la central con cientos de podridos extraños intentando cazarme………..

martes, 8 de mayo de 2012

FASGA


Durante todo el día navegamos rumbo a Helsinki.  Ninguno de los dos éramos expertos navegantes y aunque ella hacia lo posible por intentar ayudarme, no se daba cuenta que para mi, era un tortura verla pasar delante de mi con ese pantaloncito corto y  esa camisa mal abrochada que continuamente atraía mi mirada furtiva  hacia sus escote y me distraía de la navegación.   Y yo que debía de pensar en un plan para llegar sanos y salvos, solo podía pensar en la manera de pasármela por la piedra.

Poco a poco fue llegando la noche y divisamos Helsinki, no nos acercamos, directamente dirigimos el velero hacia el río Kymijoki y empezamos a navegarlo río arriba ya sin apenas luz.  Llevábamos unos cientos de metros en el río cuando empezamos a escuchar golpes en el casco del velero.     Me acerque a la proa del barco buscando el motivo de los golpes.   Cuando vi los zombis en el agua golpeando el casco del velero me quede helado.   A Sofía la entro un ataque de pánico, se puso muy nerviosa, la agarre fuertemente y sin que pudiera moverse la dije.

-     Tranquila no pueden subir al barco – Mis primeras palabras no surtieron efecto, seguía fuera de si.
-     Yo cuidare de ti – La abrace, al tiempo que la solté un morreo en la boca.

Sus ojos se abrieron como platos y no fue capaz de articular palabra, pero surtió efecto y Sofía se tranquilizo. 

 Navegábamos río arriba y mientras quedaba un poco de luz, hicimos lo posible por esquivar a los zombis que sistemáticamente pasaban flotando río abajo y que cuando se topaban con el barco lo golpeaban frenéticamente, de alguna forma ellos sabían que estábamos dentro y se sentían frustrados de no poder abordarnos.

-     Ya no se ve nada, lo mejor es echar el ancla y pasar aquí la noche -  La dije mientras preparaba los aparejos.
-     Voy a ver si queda algo para cenar – contesto Sofía

Sofía agacho la cabeza y bajo al interior mientras yo terminaba de asegurar las velas, cuando termine baje la interior sin tener muy claro que iba a encontrarme, Sofia había estado un poco distante desde el beso.

-     Solo voy a coger unas mantas para dormir en cubierta – La dije para ver como reaccionaba.
-     No quiero dormir sola – me dijo mirándome a los ojos a la vez que desabrochaba su blusa, dejando todo su torso desnudo.

Sin dudarlo un momento me desnude y la abrace.   La tumbe en la cama y me puse sobre ella, nuestros cuerpos desnudos se rozaron y antes de que darme cuenta ya estábamos los dos abrazados besándonos.   Su piel era suave y su cuerpo se retorcía al contacto con el mío.   Ella aumentaba su excitación conforme yo recorría su cuerpo con mis manos.   Cuando no aguanto más la excitación, se subió encima mía y froto su coñito con mi polla.    A partir de ese momento ella se entrego a mi totalmente, lo que nos sumió a ambos en un éxtasis de placer.

Unas horas mas tarde ella dormía un profundo sueño, desnuda, abrazada a mi, cuando  unos ruidos en cubierta me alertaron.   No eran los golpes que durante toda la noche habían golpeado el casco.   Eran pasos, alboroto, estaban muy cerca, a unos pocos metros.  Lo más silenciosamente que pude, separe a Sofía de mi y me incorpore de la cama.   Busque a mi alrededor cualquier objeto que estuviera a mano y con el que arrear al intruso.  Recogí una botella de vino vacía y camine silencioso hacia la puerta.  En cubierta seguía el alboroto, no quería creerlo pero mi subconsciente tenia claro que iba a encontrarme, la única duda era cuantos.  Abrí la puerta y la luz del sol me cegó por un momento, puse la mano frente al sol y lo vi, allí esta el, un zombie, con el uniforme color caqui del ejército, hecho jirones y mojado.

 El ruido de la puerta llamo su atención sobre mi, se giro y se planto a un metro de distancia, estaba tan arrugado y tan desfigurado que su mirada me provoco un escalofrío y por un momento no reaccione.   Luego soltó un grito infrahumano que me saco del trance y se lanzo como una fiera sobre mí.  Gracias a mis buenos reflejos, me dio el tiempo justo de esquivarle, lo que provoco que cayera de bruces en el suelo del camarote.  Con un rápido movimiento, tire de la manta de la cama y se la eche al podrido por encima.  Sofía quedo desnuda sobre la cama y cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando volvió a entrar en pánico, por lo que entre los gritos del podrido y los de Sofía se monto un escándalo monumental.     Salte sobre la espalda del podrido, que estaba bajo la manta intentando zafarse y le arree con la botella en la cabeza, así una y otra vez hasta que no se movió nada debajo de la manta y solo un líquido negro viscoso corría por el camarote.   Me deje caer en la cama y Sofía se abrazo a mi,  la volví a besar en la boca para que se tranquilizara.  Luego hicimos el amor desenfrenadamente descargando la tensión que habíamos acumulado, mientras el zombi descansaba a los pies de la cama.

Por la mañana navegamos río arriba, hasta que llegamos al lago Tuusula, allí volvimos a echar el ancla y recogimos las cosas para desembarcar, estábamos a un par de kilómetros de su casa.    Antes de dejar el barco,  arrastre el cuerpo del podrido hasta cubierta para lanzarlo por la borda.  Estaba a punto de tirarlo cuando vi que aun llevaba su cartera en el pantalón, la registre.    Se trataba de un oficial, era comandante del estado mayor del ejército Finlandés y en la cartera además de los típicos objetos personales, fotos, tarjetas, etc. Había una orden urgente del estado mayor, de trasportar ordenes en un pendrive con información desde Helsinki a una base llamada FASGA.   Rebusque por sus bolsillos y lo encontré, no se si inservible por el agua, pero hay estaba, decidí guardarlo.

-  Conozco la base militar de Fasga, esta cerca de nuestra casa - me comento Sofía.

-  No te preocupes camarada, yo terminare la misión por ti -   le susurre al cuerpo mientras lo lanzaba por la borda del barco para que la corriente lo llevara.


Los dos cogimos cuanto pudimos y nos pusimos en marcha.   La zona estaba muy limpia, no había podridos que nos importunaran, lo cual era raro pues con la cantidad de ellos que nos habíamos topado río abajo, lo normal hubiera sido que la zona fuera un hervidero.

Poco después llegamos a la casa de Sofia, allí no había nadie, la casa estaba abandonada y a Sofía la invadió una gran tristeza, registramos la casa pero no encontramos ni un mensaje, ni una nota, solo el rastro de un abandono precipitado de la casa.  Lo bueno es que no había señales de pelea, ni de podridos, así que aun quedaba esperanza.

Pasamos unos días juntos en la casa.   Durante esos días no vimos ni a un solo podrido merodear por la zona, así que fue como unas vacaciones en el paraíso.  No se cuanto tiempo hubiéramos pasado allí follando todo el día como leones, si no hubiéramos encontrado ese pendrive.   Pero algo dentro de mi me decía, que debía ir a Fasga y cumplir la misión de ese pobre diablo.  

Una mañana Sofía y yo recogimos nuestras cosas y nos pusimos en camino, desde su  casa hasta la base solo había 15 kilómetros.  Ese mismo día podíamos ir y estar de vuelta al atardecer.  Era como una excursión.

Fue un camino tranquilo, aquella debía de ser la zona del mundo con menos infectados por km. cuadrado.    Solo cuando tuvimos a la vista los muros del acuartelamiento, empezamos a ser conscientes de lo íbamos a encontrar, un fuerte olor a podrido que nos obligo a taparnos la nariz y un lejano lamento.  Según nos acercábamos lo oíamos mas nítido, nos entro un congojo interior, nos temíamos lo peor y nuestros pasos se acortaron hasta el punto que nos constaba avanzar.   

Llegamos a la parte exterior del muro,  debía de medir 3 metros de alto, era de un ladrillo rojo llamativo que contrastaba con la nieve que empezaba a acumularse por todas partes en esa época del año.   Dentro se oían los gemidos de muchos zombis, quizás demasiados.  Pensándolo ahora, lo racional hubiera sido volver por donde vinimos y olvidarnos de ese cementerio.   Pero estábamos allí y simplemente queríamos mirar detrás del muro.

Le dije a Sofia que esperara abajo mientras yo escalaba el muro.  Cuando mi cabeza asomo y eche el primer vistazo, quede petrificado.   Dentro del cuartel había miles de cuerpos tirados por todas partes y cientos de zombis deambulando entre ellos. No me costo mucho imaginar lo que había pasado allí.     Por la cantidad de civiles y de tiendas improvisadas deduje que toda la población de la zona se refugio dentro del cuartel.   En un momento determinado un brote de la infección estalló, traído quizás por algún civil o quizás por algún militar de patrulla, eso nunca se sabrá.   Los había pillado a todos dentro,  por las señales de lucha los supervivientes debieron protegerse en el interior de los edificios, una vez rodeados era cuestión de tiempo que cayeran.   Ya nadie pudo salir de aquel cuartel, así es como todos los zombis de la zona quedaron juntos y afinados para siempre.

Iba a bajar del muro, cuando algo llamo mi atención, un podrido había caído en una especie de agujero enorme, la cosa hubiera quedado así, si no hubiera visto como era arrastrado por una corriente de agua, lo seguí con la mirada y vi como  atravesaba por debajo el muro del cuartel, una corriente de agua  lo llevaba hasta el río y de ahí al mar.   Esa era la explicación de los zombis que encontramos flotando en el río, poco a poco a cuentagotas caían al agujero.

Cuando descendí del muro le conté a Sofia lo que había visto.  

-     ¿Mi familia, puede que este dentro? -  pregunto con lágrimas en los ojos.
-     Ahí dentro, ya solo quedan muertos – la respondí mientras la abrazaba para intentar consolarla.
-     ¿Entonces……., nos marchamos, sin más?  -  me insistió Sofia.
-     No, debemos cerrar ese agujero antes de irnos, es peligroso que sigan saliendo poco a poco por el río. -  lo dije como si fuera fácil hacerlo.

Sofia y yo fuimos hasta la estación de los quitanieves, allí había varios vehículos que nos podían servir, pero ninguno de ellos conseguimos que arrancara.     Al final nos volvimos con tan solo una motosierra, con la intención de cortar algunos árboles y poder construir una presa con ellos.     Cuando corte el primer abeto y cayo sobre el río un gran estruendo alerto a todos los zombis del interior, lo que también provoco que aparecieran por el agujero del cuartel un goteo continuo de zombis que caían.   Algunos alcanzaban la orilla y con la motosierra los iba convirtiendo en picadillo.

-     Mira¡¡ - Grito Sofia,

Yo me gire pensando en otro podrido que habría alcanzado la orilla, pero Sofia estaba señalando con el dedo al interior del cuartel.  Una hilera de humo salía del interior.   Solo podían ser supervivientes que nos había oído y querían llamar nuestra atención.

-     Todavía queda gente viva¡¡¡¡ -  Grito Sofia con todas sus fuerzas.
-     Si – conteste sin mas, no salían mas sonidos de mi boca, era consciente de que un rescate era imposible, no teníamos medios y ese humo era un marrón tremendo.
-     ¿Como lo haremos, como los rescataremos? – me pregunto Sofia mientras saltaba de alegría y me abrazaba.

Yo, me quede un momento pensativo.   Las posibilidades de éxito eran tan escasas, se hiciera como se hiciera, que daba igual.   Mientras Sofia giraba a mi alrededor eufórica, abrazándome y besándome.

-     ¿Lo harás con una tirolina?, ¿con un túnel?,¿ entraras con un tanque? ¿Ya lo has pensado?
-     Lo haré de la manera mas sencilla  – conteste

La agarre entre mis mano y me recline sobre ella dándole un beso en la boca, luego la pedí que me esperara hasta que volviera y me fui a por mis cosas:  2 M-16,  2 Glock 9 mm, katana y por supuesto la motosierra.   Lo cogí todo, junto con una mochila hasta arriba de munición y me metí por el agujero que llevaba del río al interior del cuartel.

-     Alea jacta est – la grite a Sofia conforme me alejaba.

Salí del agujero pillando a los podridos desprevenidos, abrí fuego con los M-16, con disparos certeros en las cabezas de los que se encontraban más cerca de mi.    No tenia a nadie que cubriera mi espalda, por lo que avance hasta un muro, de tal forma que los viera venir y no me pillaran desprevenido.

   Durante varios minutos apuntaba, disparaba y recargaba sin dificultad, pero llego un momento que el numero de podridos era tan alto que ya no había tiempo de recargar.    Lance los fusiles a los que tenia mas cerca y arranque la motosierra, lo hice tan justo que en el primer viaje me lleve la cabeza de mas de 5 podridos que estaban prácticamente encima de mi.     Mientras duro la gasolina de la motosierra no hubo podrido que se acercara a mi, zombie que se acercaba zombie que desmembraba.   Luego saque las pistolas, ahora no tenia margen de fallo, ya daba igual esperarlos, avance por el patio disparando con las pistolas a las cabezas de todo lo que se movían, ninguno se acerco a menos de 10 metros.

 Cada vez quedaban menos podridos y estaba a punto de cantar victoria cuando me di cuenta que tampoco me quedaba munición para las pistolas.  Tan solo me quedaba mi katana y mi habilidad.

El tiempo pasaba y yo los mantenía a raya con la katana, pero después de tanto tiempo el cansancio empezaba a hacer mella en mi físico.   Mis movimientos se convirtieron en lentos e imprecisos con el pasar de los minutos.     De pronto un podrido apareció de la nada y tuve el tiempo justo de poner la katana entre el y yo, la espada quedo clavada en su estómago y el podrido aun así no se detenía, entonces tuve que soltar la espada,  fue la única opción que me quedo.   El podrido seguía avanzando hacia mi y yo ya no tenia nada con lo que frenarlo.

Un disparo sonó seco y al podrido le estallo la cabeza a pocos centímetros de la mía.  Mire de donde venia el disparo, era  Sofia, con uno de los M-16 en la mano, menos mal que no me había hecho caso cuando la ordene que me esperara y llego en el momento oportuno.   Mientras ella disparaba a todo lo que se movía, yo recupere la katana del cuerpo del podrido.

-     ¿Has traído los cargadores? – la pregunte cuando llego.
-     No quedaban, estas son las últimas balas. – me respondió.
-     No pasa nada, no creo que queden mas de un puñado de podridos – la anime yo.

Dicho esto se abrió la puerta de uno de los edificios y salió otra horda de zombis, mugrientos, harapientos y gritando como posesos.

-     Sofia, tenemos que correr – la dije cogiéndola de la mano.
-     Pero,  nos faltaba tan poco – me contesto mirándome a los ojos pero consciente de que no se podíamos hacer nada, eran demasiados.
-     Viva, Hurra, Salvados¡¡¡ -  eran los gritos que salían de la horda.

Sofia y yo nos miramos incrédulos, nos estaba engañando nuestra mente o esos zombis nos vitoreaban.   Los miramos más detenidamente  y nos dimos cuenta que a pesar de sus pintas de vagabundos, eran personas normales, humanos.    Habían estado viendo el combate desde las ventanas y salieron cuando vieron que vencíamos.  Tuvieron suerte de que no nos quedaran mas balas, si no los cosemos a balazos antes de saber quienes son.

Cuando se acerco a mí el militar al mando de las instalaciones para felicitarme, le entregue el pendrive con las órdenes.     Aunque yo pensaba que era una entrega testimonial, que esas ordenes ya no servían para nada.   El oficial se empeño en arrancar un equipo que tenían que funcionaba por energía solar para verlas.

Eran órdenes de evacuación, incluía todo el plan de traslado de los civiles al punto seguro de Haauro, 130 Km. más al norte.   Todos los puntos seguros de la zona habían recibido las mismas órdenes.   Así que a pesar de que ya habían pasado meses de la orden, habían tomado la decisión de intentar llegar, con la esperanza de que allí recibirían ayuda.

 La familia de Sofia no estaba entre los supervivientes del cuartel, no obstante estaba convencida de que habían partido hacia Haauro y allí estaban a salvo, esperándola.   Yo por mi parte quería seguir mi camino a San Petersburgo en busca de la mía.  Había llegado el momento de despedirnos.    Con tristeza vi como partía con el resto de la columna  hacia el norte, solo me quedo la imagen de sus ojos llorosos mientras me lanzaba un beso en la distancia.