lunes, 9 de abril de 2012

FLASHBACK DEL BUHONERO

En aquel momento era un hombre alto, elegante, con el pelo oscuro perfectamente peinado de peluquería, vestía un elegante traje de firma y todo el mundo me envidiaba.  Llevaba unos minutos observando frente a la ventana de mi despacho al grupo de personas que protestaba con gritos y pancartas a las puertas del rascacielos.

- Nicolás, la ministro Mato a llegado – Escuche  la voz de mi secretaria, desde la puerta del despacho.
- Que pase – conteste con voz firme, aprovechando esos segundos para recolocar el nudo de la corbata.

La ministra de sanidad era una mujer hermosa, a pesar de sobrepasar los 50 años se conservaba estupendamente, elegante, con el pelo largo castaño.  Ese día por algún motivo no lucía alegre como de costumbre, mas bien su semblante reflejaba preocupación.

- Buenos días Ana, que alegría verte – la saludé con dos besos como de constumbre.
- De buenos días nada, ya te dije que esto pasaría, tengo miles de demandas y quejas en el ministerio, los periodistas me acosanTú mierda de vacuna no sirve para nada y acabaremos los dos en la cárcel por tu culpa -  gritó Ana visiblemente enfadada.
- A mi no me hables así, cuando te llegan los coches y los regalos no protestas, te he dado mucho dinero, no olvides que estamos en el mismo barco. – conteste subiendo el tono de voz por encima del suyo.
- Me has dado calderilla La epidemia cada vez se extiende mas y tu vacuna no sirve para nada.  Te estas forrando gracias a mi y yo no paro de recibir palos, estoy bajo mucha presión – dijo la ministra acercándose a unos pocos centímetros de mi.

La agarre, la gire y la estruje contra mi,  empecé a besarla el cuello y ha rozar mi miembro en su culo.  Ella hizo un ademán de soltarse, pero la sujeté firme y continúe besándola y rozándome contra ella  -  Ya no te acuerdas del otro día en la fiesta, lo bien que lo pasamos entre el confeti – la susurré al oído mientras introducía mi mano en el interior de su blusa, abriéndome paso hasta sus pechos, los cuales estaban muy duros.   Unos segundos después Ana comenzaba a relajarse, excitada por los besos y el masaje en los pechos.  En ese momento la empuje bruscamente contra la mesa de mi despacho, sin dejarla moverse.  Ella apoyo las palmas de las manos en la mesa y separo las piernas,  inclino un poco el culo y lo empezó a mover de un lado a otro esperando mi envite.   Yo la levanté la falda dejando su tanga de fina lencería al descubierto, la agarre con una mano del pelo y con la otra saque la polla por la bragueta del pantalón. Cuando retiré a un lado el tanguilla noté lo húmeda que se encontraba, ya era mia.  

- ¿Dime de quien es este culo? – la increpe, propinando un cachete en su ministral culo.
Ella hizo ademán de girarse y protestar, pero le introduje la polla hasta dentro, apagando cualquier conato de rebeldía.  Cuando ella estaba en su punto mas caliente, a punto de llegar al orgasmo, se la saqué del interior.

- No, por favor sigue follándome, no me dejes así – grito Ana con voz de entregada.
- Prométeme que tu ministerio me respaldara, que no me dejaras tirado – dije introduciéndosela de nuevo en su húmedo coño.
- Si, si, si, pero por favor no pares – respondió ella como una adicta a las pollas.

Cuando llego el momento de eyacular, saqué la polla de su interior y la mascada salió volando hasta su larga melena, ella no se percibió y yo no la dije nada, quedando el pelo impregnado de la viscosa sustancia blanca.  Unos minutos después la ministra salía de mi despacho toda digna pero con el pelo impregnado de mi “champú”.

A continuación entro mi secretaria con un montón de informes que dejo sobre la mesa.

- No tengo tiempo de leerlos, resúmemelos – la ordené mientras terminaba de abrocharme el pantalón.

Los casos de infectados por el virus aumentan exponencialmente en todo el mundo.  En muchos países de Asia y África la situación esta descontrolada.   Las peticiones de vacunas han aumentado hasta los 100 millones de unidades – tendremos que subir el precio – interrumpí.  Los beneficios del ultimo trimestre han aumentado un 30000 %.  La OCU y otras organizaciones han denunciado la inocuidad de nuestro fármaco y nos llueven las demandas – Se pueden meter sus demandas por el culo, tengo a la ministra pillada de los cojones, je je – volví a interrumpir, satisfecho.

Sonó el tono "We are not gonna take it" de los Twisted sister en el móvil y  le hice un ademán con la mano a la secretaria para saliera del despacho.

- ¿Dime cielo que pasa, no deberías estar en tu partido de padel? – Contesté preocupado a mi mujer, que estaba al otro lado del teléfono.
- Nicolás, a pasado algo horrible – dijo Cuca gimoteando.
- ¿Qué ha pasado? Tranquilízate y cuéntamelo todo despacio –  la dije intrigado por saber que era eso tan horrible que la había sucedido.
- Un loco nos ha atacado, a sido terrible, a mordido a un guardia de seguridad y el guardaespaldas de Piluca le ha disparado con la pistola.  Parecía una película, creo aun que tengo taquicardia……. –
- ¿Pero tu como estas? Interrumpí a Cuca impaciente.
- Yo, estoy bien.......pero – contesto ella a punto de proseguir su historia.
- ¿Entonces por que me molestas?, sabes que no debes llamarme, si no es algo muy importanteTe dejo que me pillas en una reunión. – sin decir mas la colgué, lamentándome de la mala suerte que había tenido de que no la mordieran a ella y quitarmela de encima.

Conforme colgaba el teléfono la secretaria volvía a entrar en el despacho.  A la par que  yo hablaba por teléfono con mi mujer, había llamado el director de la fabrica para pedir ayuda, pero por un motivo diferente, los trabajadores se negaban a seguir trabajando en turnos maratonianos, por la miseria que cobraban y amenazaban con una huelga inminente.

- Joder me tengo que ocupar yo de todo – refunfuñe enfadado – ahora no puedo ir a la fabrica, he prometido a mi hija y sus amigas que las recogería del colegio y las llevaría de compras, llámale de nuevo y dile que lo resuelva el solo o que vaya buscando otro empleo – dije visiblemente enfadado, no por la posible huelga en la fabrica, sino por que deseaba ardientemente ir a recoger a las amigas de mi hija.  No era la primera vez que lo hacia, durante las ultimas semanas se había convertido en habitual, el día de compras una vez a la semana.  Yo, recogía a las chicas en la puerta del colegio y las llevaba a algún centro comercial o zona de compras donde las obsequiaba algun regalo: bolsos, ropa, teléfonos, etc.  A cambio las chicas se dejaban mirar semi desnudas en los probadores y manosear un poco.  

Notaba la erección bajo el pantalón solo de pensar en las colegialas, entonces mi secretaria me aviso de otra llamada de la fabrica.  Antes de que pudiera montar en cólera, la secretaria me advirtió que el problema no era la huelga, sino un grupo de trabajadores que presentaban los primeros síntomas del virus.

- Lola, Llame por teléfono a mi hija y dígale que la pasare a recogerlas a las seis, en vez de a las cinco.  Luego dígale al director de la fabrica que estaré allí sobre las cuatro y media que quiero a todo el mundo preparado y ……otra cosa, prepare el finiquito del director, es un incompetente.

A pesar de que ya hacia mucho tiempo que la epidemia había brotado y ya estaba dispersa en todo el mundo, nunca había visto ningún infectado.  Fue ese día, cuando conducía mi flamante Audi Q8 en dirección a la fabrica cuando en mitad de la carretera aparecío un tipo, que como un poseso corría directo al frontal del coche.  Yo conducía mas rápido de lo debido y no reaccione a tiempo, por lo que embestí al tipo, a pesar del frenazo en seco del ultimo segundo.   El impacto lo catapulto a mas de 20 metros de distancia.   Solté el cinturón de seguridad, salí del coche y miré alrededor, no había nadie, era verano y hacia mucho calor, la gente seguramente dormía la siesta a esa hora.   Estaba sopesando la posibilidad de volver a meterme en el coche y escapar, cuando sorprendentemente el tipo atropellado se puso de pie y empezó a caminar cojeando torpemente hacia el coche.    El tipo tenia una pinta espantosa, el atropello le había provocado la fractura de varios huesos, seguramente la cadera, parecía que se caería al suelo de un momento a otro por el balanceo con que se movía.  Pero aun así, se me acercaba lentamente, con la mirada fija en mí.  Después de unos segundos de titubeo, volví a montar en el coche y aceleré.   Esquivé al infectado y lo deje atrás rápidamente, al mirar por el retrovisor vi como el tipo lentamente se había girado y caminaba en la misma dirección que yo había tomado, me seguia.

Llegué a la fabrica algo nervioso, sin poder parar de darle vueltas al incidente de la carretera. Aun así no le dije nada a nadie, calle y me dirigí a la enfermería de la fabrica acompañado de los directivos, escoltándome cual guardia pretoriana.  


- Hemos tenido que reorganizar algunos grupos de trabajo y parar las cadenas de montaje E y G, estamos funcionando al 60 %, tenemos muchos trabajadores enfermos – me puso al día el director de la fabrica durante el trayecto a la enfermeria.
- Tonterías, nos quieren boicotear, pero estos gañanes no saben con quien se la están jugando – le respondí al director, con la mente puesta en el problema.

Cuando lleg a la enfermería me encontré con una imagen escalofriante, los hombres que estaban allí no estaban enfermos, estaban moribundos.  No debían estar en una enfermería sino en un hospital.  Pero tenia muy claro que si ellos no producían vacunas, yo no ganaba dinero y el dinero estaba por delante de su bienestar.

- Queridos compañeros, se que lo que os pido es duro, pero el mundo esta viviendo una situación critica, la epidemia se extiende y nuestra vacuna es la única forma de combatirla.   No lo hagáis por mi, hacerlo por los niños, los ancianos, por vuestras familias.  Necesitan que os levantéis y volváis a vuestros puestos de trabajo a seguir fabricando vacunas – En este punto de mi discurso los primeros hombres se levantaron y como pudieron volvieron a sus puestos.
- Este esfuerzo que os pido no se olvidara,  ayuden a estos hombres a llegar a su puesto – ordené a los directivos y médicos, señalando a los que aun seguían tumbados.

Cuando la enfermería quedo vacía,  le toco el turno al director, despues de unos gritos por no haber reemplazado a esos hombres antes, le ordené contratar sustitutos lo mas rápido posible y que no olvidara descontar del sueldo el tiempo de enfermería a esos trabajadores.  Por supuesto, si ocurria lo peor, no debía de enterarse nadie, el cadaver tenía que desaparecer.   Me marche satisfecho de haberlo resuelto tan rápidamente.

A la hora que tenia previsto, salía de la fabrica y arrancaba mi Audi en dirección a Madrid, eso si, por una ruta diferente a lo que había utilizado para venir.   Puntual como un reloj llegué a la puerta del colegio privado donde estudiaba mi hija.  Allí en la puerta estaba Cayetana mi hija y una única amiga.  En un principio me decepciono que tan solo viniera una joven, pero luego pensé en las posibilidades que eso me abrían y me alegre.   La joven se llamaba Cecilia, era una preciosidad rubia con cara de ángel, de estrechas piernas y senos en pleno desarrollo.   Ya había venido alguna otra vez y había respondido bien, era facilona.

- Hola cielo, ¿Cómo es que no vienen mas amigas tuyas? – pregunte preocupado de que alguna se hubiera ido de la lengua.
- No ha venido casi nadie a clase, todo el mundo dice que se va a quedar en casa, hasta que no pase la epidemia – me explico Cecilia y yo me quede mas tranquilo.
- No pasa nada, nos iremos los tres de compras y nos lo pasaremos genial – dije guiñándole el ojo a Celia y dándola una palmadita en el culo,
- Estupendo, tenemos que pasar por la tienda Apple, a por el nuevo Iphone, que ya lo tiene todo el mundo, luego papi si quieres podemos ir a probarnos bikinis – dijo mi hija Cayetana con voz melosa.

Con cara triunfante arranque el coche, coloque el espejo retrovisor en posicion, para que enfocara directamente a las piernas de Cecilia, la cual sin cortarse ni un pelo hacia continuos cruces, dejándome ver sus mulos y parte de sus braguitas.  Cuando Íbamos a coger la carretera del centro comercial, encontramos a la policía desviando todo el trafico, la situación dentro de la ciudad había empeorado y estaba descontrolada, así que la habían cerrado, nadie podía ni entrar ni salir de Madrid, también se había establecido un toque de queda a las ocho de la tarde, eso casí me jode el plan.

- No pasa nada chicas, iremos a casa a darnos un baño en la piscina y llamare a mi secretaria para que compre los Iphone y nos los envíe por mensajero lo antes posible. – las chicas asintieron mientras yo me hacia pajas mentales, pensando en ellas haciendome un lesbico.

Una vez en casa, para mi disgusto nos recibió Cuca mi mujer, ya había vuelto del club de padel y estaba muy alterada por la situación.  Había dado el día libre a todo el personal de servicio, se habían marchado a sus casas, preocupados por sus familias.  Eso me cabreo mucho, me gustaba tener siempre a alguien que me sirviera y obedeciera, ahora tendríamos que apañarnoslas solos.   Despues de discutir con Cuca, subí arriba a cambiarme, escuché voces y risas en la habitación de las niñas, me acerque y entorne la puerta, no mucho, lo suficiente para poder observar como se quitaban el uniforme del colegio y se ponía un mini bikini.  No pude resistirlo, me agarre la polla y empecé a masturbarme, las chicas me descubrieron y empezaron a reírse, pero sin intencion de cubrirse, al contrario empezaron a poner poses eroticas, en las que mostraban sus encantos y que provocarón que eyaculara a las primeras de cambio observando sus tiernos cuerpecitos.

Cuando bajé a la planta baja,  Cuca estaba viendo las noticias en la tele, me informo que la situación era peor de lo que se pensaba, en Madrid la epidemia estaba descontrolada, la policía había cedido el control al ejercito.  El asesinato y pillaje se castigaba con la ejecución inmediata, sin juicio.   El teléfono no funcionaba desde hacia horas y había cortes de luz y gas intermitentes.

Las siguientes horas vimos imágenes de todo tipo en la televisión, saqueos, asesinatos, infectados devorando a la gente sin que nadie hiciera nada.  Una presentadora de telediario atacada en directo.   No debía esperar mas, tenia que empezar a actuar, como primera medida me acercaría al centro comercial a comprar alimentos, armas y sacar todo el dinero posible del banco.    Luego montaríamos en el coche y nos refugiariamos en la casa de Marbella, allí estaríamos mas seguros.  Cogí el 4X4  para saltarme los controles, atravesando campo y utilizando caminos rurales hasta llegar a el centro comercial.    

El centro comercial presentaba una imagen dantesca, todo el mundo había tenido la misma idea, acercase a comprar o robar todo lo posible.  Aquello parecía una batalla campal,  los infectados se contaban por docenas y atacaban a todo el que se acercaba.   Espere un rato en el interior del coche, iluso de mi, esperando que los policias acabaran con los infectados para acercarme, pero pasaba el tiempo y cada vez eran mas los infectados y menos los que luchaban contra ellos.  El grupo de policías que disparaban a los infectados dejo de hacerlo, montaron en un vehículo y escaparon.  Las personas que quedaron intentaron refugiarse en el interior del centro comercial, metiéndose en una ratonera.  Luego un par de ellos me localizaron así que arranque y me volví con las manos vacías y la sensación de que había que cambiar el chips, el mundo como lo conocíamos había cambiado y había que adaptarse.

De regreso a casa, pensé que podíamos hacer.  Siempre había salido de las situaciones mas difíciles y esta no iba a ser la excepción.  No era casualidad que hubiera amasado esta fortuna viniendo de una familia humilde.   Si había alguien capaz de sobrevivir a esto, ese era yo.   Tenia que conseguir gasolina, alimentos y sobre todo armas, ¿De donde podría sacar armas?,  Braulio, su vecino, era cazador y le había visto varias veces con escopetas.  Eso seria lo primero que haría al llegar al chalet.

De regreso Cuca esperaba impaciente en la puerta.  Ignorándola, sin decirla palabra, entre al garaje a regoger una maza y asaltar el chalet contiguo, parecía que no había nadie en el interior.  Levante la maza para forzar la cerradura de la puerta.

- Yo que tu no haría eso, Nicolás – dijo una voz que salía de la ventana mas próxima a la puerta.   Luego asomo el cañón de una escopeta.
- Tranquilo Braulio, queremos negociar, no vamos a robarte, necesitamos armas – conteste dejando caer la maza al suelo.
- Largaté de aquí, no tienes nada que me interese – dijo Braulio
- Te pagare el dinero que quieras, tengo millones,  pon un precio por una escopeta y unos cartuchos y lo pagare – le dije consciente del poco valor que tenía el dinero en ese momento.
- Tu dinero ya no vale nada, todo se ha ido al garete por los mierdas como tu, ahora jodete y apechuga con tu obra – dijo lapidariamente, como antiguo cliente de mi empresa, sabia a que me dedicaba.
- Espera, .................He visto como miras a mi mujer, ella puede ser tuya -  sabia que a Braulio le molaba Cuca, le había pillado mirándola a escondidas un par de veces.
- ¿Podré hacer con ella lo que quiera? – pregunto después de una pausa para pensárselo.
- Si, dame una escopeta y podrás hacer con ella los que te apetezca – En ese momento Cuca se lanzo sobre mí furiosa, intentando golpearme, sin contemplaciones la agarre por el pelo y la empuje contra la puerta.

Entonces Braulio abrió la puerta del chalet y la introdujo en el interior agarrandola del brazo.

- Cuando estemos dentro te daré el arma –  me dijo Braulio sin dejar de apuntarnos.
- Je je mil gracias, aquí tienes tu escopeta y un par de cajas de cartuchos, suerte – dicho esto cerro la ventana y nunca le volví a ver, ni a el ni a mi señora esposa.

La escopeta era un logro considerable, vaciar los depósitos de los tres coches me proporcionarían bastante gasolina, la comida no seria problema, al menos durante las primeras semanas y tenia a las niñas a mi disposicion.  Y cuando me cansase de ellas, podria cambiarlas por cualquier otra cosa util.

Una nueva epoca, que no pintaba nada mal para los tipos como yo.
se lanzaron hacia ellas.

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