“37 º y un montón de huesos, con algo de pellejo
alrededor,” Hoy hace mucho calor y no consigo quitarme de la cabeza esta
canción, que me viene a la mente, con cada podrido que me cruzo en este
purgatorio del amor. Mientras deambulo
por la isla como uno podrido mas, buscando una salida, tendré que echar toda la
carne al asador.
Solo el recuerdo de ella, a mi me hace aguantar, no puedo
morir estando tan cerca de mi hogar.
Ahora oteo el horizonte en esta isla infernal y aunque me parezca
increíble, algo se acerca desde el mar.
Es un velero pequeño, ¿Qué hará en este lugar? Un montón de podridos, es
lo único que pueden hallar.
Dos figuras me saludan, una me resulta familiar, es Sabine
y su hermana, dudo entre alegrarme o sacar la katana a pasear. Sabine me pide disculpas, porque su madre
estaba muy mal, abandonarme debía, Clamoxil tenia que comprar, para intentar la
vida de su mama salvar. Pero llego
tarde y la madre falleció, así que ella y su hermana decidieron navegar en el
pequeño velero, que mi premio debía pagar.
Me han venido a buscar, pues la conciencia no podían acallar y yo, como
están muy buenas dispuesto estoy a perdonar.
- ¿me podrás perdonar? Sonó la voz mimosa de Sabine desde el
velero.
- Durante la ultima semana, mi ocupación principal era pensar como
acabar contigo (falso en realidad eran otro tipo de pensamientos) – la reproche, pero sin ser demasiado
duro, no me quería pasar mas tiempo solo en la isla.
- Sabine déjale aquí, este tipo solo nos puede traer problemas –
metió baza la hermana, que me apuntaba con una escopeta y hablaba en un tono muy desagradable.
- Ivan, esta es mi querida hermana Daniel. Daniel, el es Iván, me salvo la vida, ambos
sois lo único que me queda en el mundo… –
Con este comentario Sabine zanjo la discusión, ella bajo la escopeta y
yo subí al velero.
Ambos nos saludamos con un frío apretón de manos. Daniel y Sabine, eran muy parecidas
físicamente, altas, delgadas, no estaban agraciadas ni por un bonito culo ni
por unas buenas tetas. Tan solo sus ojos
y sus rasgos germánicos sobresalían en ellas.
Sin embargo su carácter era totalmente opuesto, parecían el yin y el
yang, se pasaban el día discutiendo por todo y no se ponían deacuerdo en
nada. Sabine como hermana mayor quería
imponer su autoridad, pero el carácter rebelde de Daniel chocaba frontalmente
con ella.
Durante el primer día de navegación, observe como las dos
intentaban llevar la voz cantante y en varios momentos tuve que poner paz entre
ambas. Yo como cuando se trata de
mujeres soy débil y no tengo voluntad, siempre estaba del lado de la que
tonteaba mas conmigo. Lo que nos llevo a
una situación en la que constantemente las tenia encima mía, intentando
seducirme y ponerme de su lado.
No se si Sabine le había contado a Daniel nuestro temita
en la isla, pero Daniel había pasado de no dirigirme la palabra a tirarme los
trastos constantemente. El caso es que
después de un rato de navegación cerca de ellas, solo pensaba en la manera de
follármelas juntas o por separado.
El Báltico es un mar de poca profundidad con miles de
islas pequeñas, muchas de ellas con sus
mansiones y sus puertos privados. Eran
una buena opción para pasar la noche, sitios de lujo con bajo nivel de peligro.
- Será mejor que busquemos una isla para pasar la noche - Solté como el que no quiere la cosa.
- ¿Una isla? Eso es muy peligroso, no sabemos que podemos
encontrar – replico Daniel rápidamente.
- Daniel tiene razón, esas islas no son una buena opción, son muy
peligrosas – la ratifico su hermana, para mi decepción.
Todo el día discutiendo entre ellas y ahora que lo necesito,
resulta que están conformes las dos. Yo ya me
había hecho a la idea de pasar toda la noche mal durmiendo en el velero cuando
pasamos cerca de una isla y vimos lo que parecía luz en la mansión. Sin pensarlo dos veces decidimos atracar en
el pequeño embarcadero que tenia la isla.
Desembarcamos los tres, despacio, temerosos ante lo que
pudiéramos encontrar, dejando el velero
a la espalda, rumbo a la mansión situada al final de un pequeño sendero. Era una casa Victoriana, de tres pisos y en
el más alto de ellos se podía ver claramente una luz encendida. Avanzábamos despacio con las miradas fijas
en esa luz, cuando una silueta en la ventana nos sobresalto, la casa estaba
habitada. Un segundo después la silueta
desapareció y la luz se apago. Nos
miramos los tres a la cara, en sus ojos se leía el miedo y la duda, pero el hambre, el frío y el cansancio,
pesaban más que el miedo, así que monté la escopeta y seguí caminando hacia la
puerta.
A una distancia de cincuenta metros de la casa paré
bruscamente, Daniel que iba detrás de mi, se topo conmigo y me dio un pequeño
empujón que casi me tira al foso.
Delante nuestra había un foso semioculto de unos dos metros de ancho y
tres de altura, parecido al foso que rodeaba los castillos medievales.
- ¿Quien habrá construido este foso? – Pregunto Sabine.
- Alguien que no quiere visitas de podridos – Conteste.
Después de un examen rápido encontramos unos tablones de
madera apoyados en un árbol, que utilizamos para atravesar el foso y llegar a
la puerta de la casa.
- ¿Qué hacemos, entramos? – pregunto Daniel con el pomo de la
puerta en la mano.
- Mejor llamamos primero, lo que vimos en la ventana era una
persona y no creo que le haga gracia que nos colemos en su casa. – Le dijo
Sabine a Daniel agarrando su mano antes de que abriera la puerta.
- A lo mejor es un fantasma, sea como sea, lo mejor es llamar
- bromee, mientras aporreaba la vieja
puerta.
Pasaron unos segundos sin que oyéramos nada, volví a
aporrear y la casa seguía en un silencio sepulcral, las chicas me miraban
apremiantes y estaba a punto de propinarle una patada a la puerta cuando una
vocecilla nos hablo desde el otro lado.
- ¿Qué quieren? Estoy armado, márchense – Era la voz de un hombre,
seguramente mayor.
- No queremos hacerles daño, somos dos mujeres y un hombre y solo buscamos un lugar donde pasar la noche
protegidos, somos tres, hambrientos y muy cansados. – le suplico Sabine a
través de la puerta.
- No tengo comida, y no me gustan los extraños, ¡largo! - al terminar de decirlo, se oyó un chasquido al
otro lado de la puerta, era el cerrojo de un rifle.
- No queremos que nos den nada, podemos comprar o cambiar. Tenemos
alcohol, medicinas y algunas armas ¿díganos que quiere? – Hice un último
intento antes de entrar por la fuerza y liarnos a tiros.
- Quiero a una de las chicas, tienes dos mujeres, ¿no? Pues si
queréis refugio quiero que me entregues a una – mientras hablaba, Sabine y
Daniel me miraban con cara de indignación.
Las hice un gesto para que se alejaran de la puerta,
apunte con la escopeta el cerrojo y dispare, después del disparo le arree una
patada a la puerta que salido volando un par de metros. Al otro lado de la puerta se encontraba un
hombrecillo casi calvo, solo le quedaban unos cuantos pelos en la cabeza mal
peinados, con gafas, sin afeitar y desarrapado,
empuñaba un rifle en la manos que le temblaban como un flan. Tenía pensado dispararle o golpearle en
cuanto lo localizara, pero después de verlo me limite a quitarle el rifle de
las manos y a darle una colleja.
- No me hagáis nada¡¡, era una broma¡¡, tengo comida, luz y muchas
mas cosas.... – El hombre no paraba de hablar muerto de miedo.
- ¿Cómo te llamas? Y ¿Qué es eso de que tienes luz? Le pregunte
mientras le daba otra colleja para que contestara.
- Mi nombre es Max, soy científico, seguidme y os lo enseñare
todo, no miento. – De cerca un aire a Gollun del señor de los anillos.
Gollun nos enseño primero el exterior de la casa, estaba bien
preparado, tenia un huerto, un granero, un corral con gallinas y varios árboles
frutales, la comida le sobraba. El interior de la casa estaba muy sucio y
olía mal, tenia todo tipo de trastos, como si tuviera el síndrome de Diógenes.
Después de recorrer los pisos superiores, nos bajo al sótano para mostradnos lo que el definió como su obra maestra. Llegamos a una puerta que tenia escrito gimnasio, la abrió y nuestros ojos se quedaron como platos. Lo que vimos era difícil de describir, el tipo estaba muy loco o era un genio. La mayoría de los aparatos del gimnasio tenían a un podrido atado encima. Bicis, spining, aparatos de pesas, todos estaban conectados a una dinamo, así que el tipo con la simple ayuda de una gallina correteando por el gimnasio y el movimiento incansable de los zombis, había logrado una fuente de inagotable de energía.
Después de recorrer los pisos superiores, nos bajo al sótano para mostradnos lo que el definió como su obra maestra. Llegamos a una puerta que tenia escrito gimnasio, la abrió y nuestros ojos se quedaron como platos. Lo que vimos era difícil de describir, el tipo estaba muy loco o era un genio. La mayoría de los aparatos del gimnasio tenían a un podrido atado encima. Bicis, spining, aparatos de pesas, todos estaban conectados a una dinamo, así que el tipo con la simple ayuda de una gallina correteando por el gimnasio y el movimiento incansable de los zombis, había logrado una fuente de inagotable de energía.
Después de ver el gimnasio Max nos invito a subir a una
habitación, a ducharnos con agua caliente y luego a cenar. Aunque yo no me fiaba mucho de el, las chicas
estaban entusiasmadas y locas por darse una ducha caliente y ponerse ropa limpia. Hacia meses que no se duchaban con agua
caliente y jabón.
Un par de horas mas tarde bajamos al salón de la casa, Max
nos esperaba afeitado y con esmoquin, parecía otra persona. Las chicas se habían arreglado y bajaban con
un vestido de noche negro, por primera vez desde que me recogieron en la isla
parecían auténticas mujeres, guapas y deseables. Max nos recibió con una copa de vino.
- Bebed amigos, es un Bordeaux del 92 – Max nos entrego una copa a cada
uno para brindar.
- Max hay un par de cosas que no comprendo – le dije mientras
llenaba mi copa.
- Luego, ahora brindemos, ¡Por nosotros! – Grito levantando su
copa.
- ¿de donde has sacado a los zombis? – le pregunte mientras los
cuatro apurábamos el vino, que debia de estar picado, pues tenia un sabor amargo.
- Pues de donde va a ser, eran mis anteriores invitados – Ante la contestación,
los tres nos miramos incrédulos, luego miramos la copa totalmente vacía
mientras el sonreía.
Yo iba a correr hacia el, cuando mi vista empezó a
nublarse y todo comenzó a dar vueltas, tan solo me dio tiempo a ver a las
chicas tiradas en el suelo antes de caer inconsciente.
No se cuanto tiempo paso hasta que me desperté, me encontraba en una habitación oscura, no podía
mover los pies y apenas las manos.
Cuando mis ojos se hicieron a la oscuridad, vi que estaba amarrado a un
aparato de pesas, completamente inmóvil exceptuando la cabeza y los brazos en
un determinado movimiento. Mire a los lados y me pareció
distinguir a las chicas, con su vestido negro, tan amarradas como yo, aun no
habían despertado.
Durante unos minutos intente liberarme inútilmente, hasta
que la puerta de la habitación se abrió y se encendió la luz, allí apareció
Max, desnudo, ahora parecia Larry el
protagonista de las aventuras gráficas.
- Max, cabrón, hijo de puta, suéltanos – Le ordene, lo que hizo
que Sabine y Daniel empezaran a reaccionar.
- De eso nada, te pedí a una de las chicas por la buenas y no
quisiste dármela, ahora me quedare con las dos, je je - contesto con una sonrisa macabra.
- Nunca follare contigo, antes la muerte – fueron las primeras
palabras de Daniel cuando despertó.
- La muerte, jeje, ni hablar, aquí lo que tendréis es la vida
eterna – dijo mientras con la mano levantaba una jeringuilla que contenía un
liquido negro y viscoso.
- Os lo diré claro, o me obedecéis o tendré que pincharos con un
poco de sangre infectada, no hace falta deciros lo que pasara. Tu Iván, no hace falta que me obedezcas,
después de que veas como me follo a tus chicas te pinchare y pasaras a integrar mi plantilla de trabajadores
eternos. –pensé que quizas me había pasado con las collejas.
Max se acerco a Daniel y la amenazo con pincharla si no se
estaba quieta, luego la arranco el vestido de un tirón y empezó a lamerle las
tetas. Eran bastante más grandes y redondas que las de Sabine y el tipo no paraba de sobarlas. Los tres empezamos a insultarle, pero el
ignorandonos, siguió chupando y mordiendo. Luego
cuando se canso de las tetas, la introdujo los dedos por dentro de las bragas, masajeando el clítoris, intentando sin exito que
esta tuviera un orgasmo.
- Ahora teneis que decidir vosotras, pequeñas ¿o follais conmigo o aparato de gimnasia? - Las soltó, amenazandolas con la
jeringuilla.
Primero libero a Daniel de la maquina de pesas, dejando tan solo
una cuerda con la que, la mantenía sujetas las manos a la espalda. Luego hizo lo propio con Sabine, la arrastró
al suelo de los pelos y una vez en el suelo, tumbada sobre un costado, la separo
las piernas sujetando una con su rodilla y la otra con la mano.
Luego la penetro, Daniel gritaba de dolor. En un visto y no visto el bastardo eyaculo sobre ella. Luego se incorporo, levantó a las chicas, que estaban llorando abrazadas una enfrente de otra y dándolas azotes en el culo, las obligo a salir de la habitación.
Luego la penetro, Daniel gritaba de dolor. En un visto y no visto el bastardo eyaculo sobre ella. Luego se incorporo, levantó a las chicas, que estaban llorando abrazadas una enfrente de otra y dándolas azotes en el culo, las obligo a salir de la habitación.
- Vamos a la cocina chicas, todavía os queda mucho trabajo por
hacer – Se reía mientras las golpeaba como un pastor fustiga al rebaño.
Yo sabia, que o me soltaba o me quedaría toda la vida
dándole luz al bastardo. A la desesperada cargué todo el peso de mi cuerpo en
un extremo de la maquina, esta se balanceo un poco, haciendo un esfuerzo descomunal me balancee
de un lado a otro, al final la maquina cayo hacia mi izquierda partiéndose la
polea y dejándome libertad en la parte superior de mi cuerpo. Con las manos libres empecé a soltarme el
resto de las ataduras de la pierna.
A causa
del ruido, producido por la maquina al caer, Max subió corriendo, abrió la
puerta de la habitación desnudo y se quedo atónito mirándome en el marco durante unos
segundos sin saber como reaccionar. No se
atrevió a entrar y pelear conmigo, aun teniendo parte de las piernas atadas, salió corriendo escaleras abajo.
Seguramente en busca de algún arma de fuego para acabar conmigo,
así que el tiempo apremiaba.
Cuando me liberé del resto de las cuerdas, cogí una mancuerna a modo de
cachiporra. Con cuidado salí de la
habitación, toda la casa estaba silenciosa y oscura, baje las escaleras que
llevaban a la planta baja cuando empecé a oír sollozos, provenían de la
cocina. Acercarme era peligroso pues
podía ser una trampa, pero tampoco podía dejar a las chicas tiradas, así que
seguí los llantos hasta que las encontré.
Ambas estaban encerradas en el armario de la limpieza, estaban semi
desnudas, con una cofia, una faldita y medias negras, atadas la una a la otra y
sin poderse mover.
Mi primer impulso fue disfrutar de la vista, pero un grito
de Daniel me saco del trance, cogí un
cuchillo de la cocina y se lo di a Sabine para que se liberaran ellas mismas
mientras yo vigilaba. Cuando se soltaron
nos dirigimos al exterior de la casa.
Había que vernos, yo desnudo y ellas vestidas de pornochachas, salimos
al exterior, pero al llegar al foso, nos encontramos que los tablones para
cruzarlo habían desaparecido, estábamos encerrados.
Volvimos al interior de la mansión, con la intención de
recorrerla en busca de Max, cuando empezamos a oír unos gruñidos que nos
resultaban familiares. El cobarde
había soltado a los podridos para que ellos hicieran el trabajo sucio. En un
visto y no visto aparecieron tres podridos subiendo de las escaleras del
gimnasio.
Les lance la mancuerna que llevaba en la mano y los tres
salimos corriendo de la casa, hacia el cobertizo de los animales, la puerta también estaba cerrada, pero afortunadamente
había todo tipo de aperos. Le di a
Sabine un hacha y Daniel cogió una pala de hierro.
Cuando los primeros podridos salieron de la casa, nosotros ya les esperábamos bien pertrechados. Lance una horca
de hierro y ensarte al primer podrido que llegaba con sus dos pinchos, dejándolo clavado en
la pared. Me gire para ayudar a las
chicas, el segundo zombie estaba casi encima de ellas, mire a mi alrededor en busca de
algún otro objeto que me sirviera para atizarle, no hizo falta, Sabine levanto el hacha sobre
su cabeza, dejándolo caer según llegaba el podrido, la cabeza se le abrió por
la mitad como una nuez. El tercer zombie se dirigía a
Sabine cojeando, Daniel se coloco a su espalda y le dio un golpe seco en la
espalda con la pala, el zombie no se
inmuto y continuo avanzando hacia Sabine.
Daniel le propino un segundo golpe en la cabeza, el podrido cayo al
suelo, cuando empezó a incorporarse le dio un tercer golpe con el canto de la pala que le arranco un trozo de cerebro, ya no se
movió mas.
- ¿Hemos acabado con todos? – pregunto Daniel cuando dejo de
golpear a su zombi para empezar a golpear al que yo había dejado clavado a la
pared.
- Con los podridos, Si. Pero aun queda una rata dentro de la casa
– Contesté pensando en Max.
- ¿Qué hacemos? ¿entramos a buscarlo o nos piramos de la isla? –
dijo Sabine recuperando el hacha de la cabeza del zombie.
- Entrar no es buena idea, seguramente halla soltado a algunos más, sin olvidar que tiene un rifle y nuestra escopeta. Las cuales me
jodia dejar aquí. Creo que
la mejor forma de sacar a una rata de su agujero es con fuego. - las chicas sonrieron malévolamente.
Cruzamos el foso hasta el velero, recogimos lo necesario para hacer una buena
hoguera y volvimos a la casa. La
prendimos por los cuatro costados.
Las chicas y yo nos escondimos a esperar al otro lado del foso. Después de un rato ardiendo la casa,
empezamos a oír disparos, Max había salido de su escondite y se había topado
con sus propios zombis. Los disparos
cada vez sonaban más cercanos, hasta que al final apareció por la puerta, manchado de hollín, tosiendo, sudando y
perseguido por una zombie vestida de doncella, a la que disparaba sin acertarla
en la cabeza. Cuando llego al foso
se encontró con unos tablones que nosotros habíamos colocado y que le llevaban
hasta donde le esperábamos emboscado.
Cuando hubo cruzado el puente, se giro para darle una patada a los
tablones y que cayeran al foso, la zombichacha cayo con los tablones. Los retiro justo cuando pasaba sobre ellos y
quedo atrapada. Max se tumbo boca arriba
en el suelo, exhausto.
- Vaya parece que la rata a salido del agujero – le dije mientras recogíamos la escopeta del suelo y le daba una colleja a
el, para que se levantara.
- Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir – nos
miraba a los tres con cara de cordero degollado.
- Claro que no volvera a ocurrir, solo querías echar un polvo, pobrecito, los siente
mucho no cabron – Le dijo Daniel, levantandolo y dandole empujones, todo cabreada.
- Querías follarte a una chacha y vamos a hacer realidad tus
deseos – dijé.
Según terminaba de decirlo, lo dejaba en el borde del foso y Sabine y Daniel le propinaban una patada de karate al unísono que le mandaba al foso de culo.
Según terminaba de decirlo, lo dejaba en el borde del foso y Sabine y Daniel le propinaban una patada de karate al unísono que le mandaba al foso de culo.
Nos pasábamos el resto de la noche viendo como ardía la
casa y como Max huía de su perseguidora hasta que no aguanto mas y la podrida le pudo pegar un
mordisco. Ahora si que estaban
condenados a pasar la eternidad juntos.
Por
la mañana cargamos en el velero todo lo que pudimos, animales, herramientas,
etc, nos dio mucha pena no poder cargar mas cosas.
Antes de embarcar de nuevo eche un
ultimo vistazo al foso y allí estaba Max, convertido en zombie, junto a su compañera. Ahora con un tono gris en la piel, parecia a Gollun mas que nunca. Y miraba y veía a mi me venia a la mente
de nuevo esa canción “37 º y un montón de huesos, con algo de pellejo
alrededor”.
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