lunes, 30 de abril de 2012

FIEBRE


Los primeros vómitos los achaqué a un simple mareo producido por los vaivenes del velero, luego llego la fiebre,  tenía que ser una insolación.   Las chicas estaban muy nerviosas, habían visto a demasiada gente infectarse y convertirse en zombie, sabian que acabaría atacando a todo el que se encontrara a mi alrededor.   En una de las idas y venidas de conciencia me pareció oír que discutían sobre si lo mejor sería abandonarme.   Por conciencia, cariño o por algún otro motivo no lo hicieron.     Yo me hallaba moribundo, sin apenas fuerzas, a ratos sudando y a ratos temblando, me extraña que aun recuerde algo de aquello, aunque sea con lagunas.

-     Sabine, mira hay gente pescando en la orilla. – La voz de Daniel me sonaba tan lejana como confusa.
-     No podemos arriesgarnos Daniel – La contesto rápidamente su hermana.
-     Si no hacemos algo morirá, así que una de dos, o nos arriesgamos a acercarnos o directamente le tiramos al mar – La voz de Daniel sonó dura y tajante.

Lo siguiente que recuerdo es ir subido sobre unas parihuelas, cegado por el sol en la cara y escuchando multitud de voces cercanas, aquellas voces, no me resultaban familiares.

-     No os preocupéis chicas, no tenemos medicinas, pero tenemos un homeópata que conoce un montón de plantas que pueden bajarle la fiebre y salvar a vuestro amigo – era una voz desconocida, pero estaba seguro que se refería a mi.
-     ¿Esta muy lejos esa granja? , esta muy enfermo, no se si aguantara. – Esa era la voz dulce de Sabine, era inconfundible.

A mi me daba igual que estuviera lejos o cerca la granja, yo estaba convencido que esos eran mis  últimos minutos de vida.  La única duda que tenia era si me iba a levantar y convertirme en un caminate o si me iba a quedar tranquilamente en el hoyo.  Así que volví a cerrar los ojos, sin saber si volverían a abrirse.

-     Ya lleva 2 días, inconsciente, no creo que sobreviva -  escuche una voz grave, seguramente de alguien mayor.
-     Por lo menos sabemos que no es el virus, ya habría muerto y resucitado – le respondió una voz lejana, me esforcé por abrir los ojos y ver de quien era, pero todo estaba borroso.
-     Zooombiss¡¡¡¡¡ - Sonó un grito de alerta en el exterior.
-     Correr, correr¡¡ Están por todas partes¡¡ -  sonaban gritos de pánico y caos.
-     Seguidme, hay que llegar al refugio, allí estaremos a salvo –  note gran cantidad de movimiento a mi alrededor.
-     ¿Pero y nuestro amigo, no podemos dejarlo  aqui………….-   contesto una de las chicas, creo que Sabine.
-     El esta mas muerto que vivo, seguime -  fue lo ultimo que escuche antes de volver a desmayarme.

Cuando recupere la conciencia estaba todo en silencio,  yo apenas podía distinguir nada.  Tan solo un poco de olor a madera quemada.    Me encontraba muy débil, seguramente llevaba días sin comer, pero note que ya no tenia fiebre y los síntomas de la enfermedad habían remitido, aunque débil estaba curado.

Salí al exterior, no quedaba nadie, tan solo los restos de un saqueo.   Algo no cuadraba, si les ataco la horda, yo tendria que estar muerto, ademas tendría que estar todo sembrado de cuerpos mordidos o descuartizados y allí no quedaba nadie, ni vivo ni muerto.

Las señales que encontraba, no eran del ataque de una horda, mas bien parecian las que dejan los  saqueadoresSe habían llevado todas las cosas de valor, incluidos los animales.   Las huellas de  personas estaban dispersas en muchas direcciones distintas y solo había un grupo homogéneo de pisadas que debían de ser unos quince hombres cargados con animales y enseres,  se dirigían juntos al sur, al interior.

Decidí perseguirlos, debía partir rapidamente para que no me cogieran mucha ventaja, así que en cuando pude comer algo y recuperar algunas fuerzas, partí en una persecución de alguien que ya me debía de llevar varias horas de ventaja y que yo esperaba me llevara a encontrar a Daniel y Sabine vivas.

Un día después los alcance, nada mas verlos comprendí lo que había pasado.  Todos los saqueadores estaban disfrazados de zombis, tenían pintadas las caras y sus ropas eran harapos con el fin de provocar el pánico entre las personas a las que atacabanSe estaban preparando para otro ataque a un grupo de personas refugiadas en una aldea.   El modus operandi estaba claro,  esperaban a la noche para atacar por sorpresa aprovechando el pánico a los infectados.   La reacción lógica de la gente era huir o refugiarse en algún edifico seguro.  Si alguien les hacia frente, utilizaban armas blancas para no levantar sospechas.   Luego saqueaban el lugar y desaparecían.

Lo primero que se me paso por la cabeza fue volver a la granja, sabiendo que la gente volvería poco a poco, pero lo mas seguro es que las chicas ya me dieran por muerto y zarparan en el velero.  Tenia que decidir entre volver lo antes posible o intentar frenar la rapiña del grupo de falsos zombis.

Me dio tanta rabia la bajeza de esos tipos que decidí quedarme y pagarles con la misma moneda.  Lo primero era rasgar y romper mi ropa, luego cubrir mi cuerpo y mi cara con la sangre de algún pobre animal que se cruzo en mi camino y al final algún que otro retoque en la cara con un trozo de corcho quemado, para convertirme en el podrido justiciero.  Ya estaba listo para darles su merecido.

Empezaron a oírse gritos en la aldea, la fiesta había comenzado, todo el mundo empezó a correr y a buscar a sus seres queridos, familias enteras corrían a refugiarse en la iglesia.   En unos pocos minutos  ya no se veía a nadie por las calles, que no fueran los zombis entrando y saliendo en las casas para saquearlas.    Dos zombis empujaron una vieja furgoneta hasta la puerta de la  iglesia, bloqueando la salida de todos los aldeanos.

Yo empecé a caminar lentamente hacia la aldea, sin ningún plan, sin tener claro si esos tipos merecían la muerte o un simple escarmiento, cuando sucedió algo que me aclaro las dudas.  Apareció una familia de la aldea, estaban escondidos en una de las casas.   La chica mas joven estaba en avanzado estado de gestación, no habían tenido tiempo de refugiarse en la iglesia,  los zombis los habían reunido a los cuatro en  la plaza delante de la iglesia.  A los dos hombres los pegaron  una paliza que los dejaron medio muertos, luego cuando estaban tirados en el suelo,los humillaron meando encima de ellos.  
Mientras tanto, se lanzaban entre ellos a las mujeres, insultándolas y arrancándoles la ropa a tirones, como en un juego macabro.

Desde algún sitio del interior de  la iglesia debieron ver lo que pasaba fuera y los de dentro empezaron a golpear la puerta de la iglesia intentando abrirla y salir fuera a ayudar a la familia.   Los saqueadores reaccionaron acumulando leña alrededor de la iglesia, iban a quemarla con todos los aldeanos dentro.   Esos miserables eran peores que los zombis y, desde luego no merecían vivir.

Esperé pacientemente el momento oportuno, mientras estuvieran en la plaza juntos,  tenia pocas posibilidades de acabar con ellos.   Después de encender las ramas que habían puesto alrededor de la iglesia, continuaron el saqueo a la aldea.     Tan solo quedaron en la puerta de la iglesia, un cuarteto de saqueadores,  habían empezado a violar a las dos mujeres sin reparar en la edad o en el embarazo e ignorando sus llantos y suplicas.

Empecé a caminar despacio hacia el centro de la plaza, cojeando con la mirada fija en los cuatro tipos que se habían convertido en mi objetivo, sujetando fuerte el cuchillo que llevaba escondido en la manga.  Cuando estaba a pocos metros uno de ellos advirtió mi presencia.

-     ¿Tu quien coño eres? – dijo el tipo en voz alta para llamar la atención de sus compañeros.
-     A ver si va a ser un zombie de verdad – le contesto otro,  yo impasible seguía avanzando hacia ellos.
-     "Negro", encárgate tú del podrido, que yo le estoy dando unos capones con la polla al bebé. Je je -  dijo el tipo que estaba penetrando a la embarazada.

El negro, que era un tipo de piel y cabello oscuro, cogió una especie de bate de béisbol del suelo y salió a mi encuentro. 
Yo seguí avanzando a mi ritmo, lentamente esperando el momento que intentara asestarme un golpe en la cabeza.   Todo fue muy rápido, el negro levanto el bate,  yo me eche encima suya y le introduje el puñal en el estómago.  Los dos caímos al suelo, me quede encima suya fingiendo que lo devoraba.

Cuando los otros tres lo vieron dejaron a las dos mujeres tiradas en el suelo y recogieron sus armas, eran armas blancas, lo que me daba cierta tranquilidad, hasta el momento no había visto a nadie con armas de fuego.   
Se acercaron a mí los tres en paralelo andando despacio, con cuchillos y palos en las manos.   Yo espere paciente a que estuvieran lo suficiente cerca.     Cuando los tres llegaron hasta mi, el que estaba a mi espalda levanto un palo para asestarme el golpe mortal, en ese momento me gire y le rebane el cuello, los otros dos miraron atónitos como mi puñal entraba y salía de sus cuerpos antes de que pudieran reaccionar.

Los dejé agonizando en el suelo y me acerqué a las mujeres.

-     Hay que darse prisa, tienen que retirar esa furgoneta de la puerta de la iglesia, antes de que el humo y el fuego acaben con todos los habitantes de la aldea. – les dije, sin mucha fe en que fuesen capaces de hacerlo.
-     Yo lo haré -  respondió la chica preñada mientras se incorporaba y ayudaba a incorporarse a la que debía ser su madre o su suegra. 

Según me alejaba miré atrás y vi como las mujeres retiraban la furgoneta de la puerta y la gente empezaba a salir corriendo de la iglesia.  Era el momento de acelerar el paso, si me encontraban allí pensarían que era uno de ellos y me lincharían.   Me apresure en salir de la aldea y meterme en el bosque.

Desde un lugar seguro pude ver como los aldeanos poco a poco iban dando caza a todos los supuestos zombis y los reunían en el centro de la plaza.   
Al finalizar la noche tenían a todos  reunidos en un círculo y molidos a palos, prisioneros en el centro de la plaza.       No me quede a ver cual era el final que le esperaba a aquellos hombres, decapitados, quemados o empalados a mi me era indiferente, tenia prisa por volver a la costa.  

Un día después estaba de vuelta en la granja donde fui curado, la gente ya había vuelto a la normalidad.  Les conté lo que había pasado, lo de los falsos zombis y lo de la aldea. Me dieron las gracias y me informaron que mis chicas se habían marchado esa misma mañana, que si me daba mucha prisa en llegar al mar quizás los alcanzara, una joven se ofreció a guiarme en el camino.

Corrimos como alma que lleva el diablo los pocos kilómetros que separaban la granja de la costa.    Cuando llegamos a la costa, subimos al punto más alto que encontramos y oteé el horizonte en busca desesperada del velero, pero solo pudimos ver como un pequeño punto se alejaba mar adentro.  
Yo me dejé caer de rodillas, cansado y a la vez frustrado por que mis esperanzas de hacérmelo con las dos al mismo tiempo se habían esfumado mar adentro.

-     No este triste señor, seguro que las alcanzara – me dijo la chica que me había acompañado a la costa y que ahora me abrazaba para consolarme.

Ese fue el primer momento en el que me fijé en ella, era una chica joven, rubia de ojos azules, tenia una cara y una sonrisa muy atractiva.

-     Yo se donde hay otro barco, aún podemos alcanzarlos – me dijo
-     No me llames señor, que no soy tan viejo, llámame Iván, dime, ¿donde esta ese barco? -  la respondí intrigado.
-     Mi nombre es Sofía y antes de decirle nada, me tiene que prometer que me llevara con ustedMe separé de mi familia en Helsinki y necesito que alguien me lleve allí de vuelta. – Sofía se me quedo mirando expectante con expresión triste.
-     Aunque llegáramos a Helsinki ¿Qué te hace pensar que tu familia sigue viva? – le pregunté, aunque ya tenia muy claro que me marchaba con ella a Finlandia.
-     Tenemos una casa en el bosque, se que se refugiaron allí, tan solo tenemos que remontar el río hasta el lago Tuusula – mientras yo asentía, su voz y su cara se iluminaron y me propinó otro fuerte abrazo.  Yo aproveche para devolvérselo y  ponerme mas cardiaco si cabe pensando en nuestro viaje a Finlandia.

martes, 24 de abril de 2012

37º Y UN MONTON DE HUESOS, CON ALGO DE PELLEJO ALREDEDOR


“37 º y un montón de huesos, con algo de pellejo alrededor,” Hoy hace mucho calor y no consigo quitarme de la cabeza esta canción, que me viene a la mente, con cada podrido que me cruzo en este purgatorio del amor.  Mientras deambulo por la isla como uno podrido mas, buscando una salida, tendré que echar toda la carne al asador.
Solo el recuerdo de ella, a mi me hace aguantar, no puedo morir estando tan cerca de mi hogar.    Ahora oteo el horizonte en esta isla infernal y aunque me parezca increíble, algo se acerca desde el mar.   Es un velero pequeño, ¿Qué hará en este lugar? Un montón de podridos, es lo único que pueden hallar.
Dos figuras me saludan, una me resulta familiar, es Sabine y su hermana, dudo entre alegrarme o sacar la katana a pasear.    Sabine me pide disculpas, porque su madre estaba muy mal, abandonarme debía, Clamoxil tenia que comprar, para intentar la vida de su mama salvar.   Pero llego tarde y la madre falleció, así que ella y su hermana decidieron navegar en el pequeño velero, que mi premio debía pagar.  Me han venido a buscar, pues la conciencia no podían acallar y yo, como están muy buenas dispuesto estoy a perdonar.
-     ¿me podrás perdonar? Sonó la voz mimosa de Sabine desde el velero.
-     Durante la ultima semana, mi ocupación principal era pensar como acabar contigo (falso en realidad eran otro tipo de pensamientos) – la reproche, pero sin ser demasiado duro, no me quería pasar mas tiempo solo en la isla.
-     Sabine déjale aquí, este tipo solo nos puede traer problemas – metió baza la hermana, que me apuntaba con una escopeta y hablaba en un tono muy desagradable.
-     Ivan, esta es mi querida hermana Daniel.  Daniel, el es Iván, me salvo la vida, ambos sois lo único que me queda en el mundo… –  Con este comentario Sabine zanjo la discusión, ella bajo la escopeta y yo subí al velero.
Ambos nos saludamos con un frío apretón de manos.   Daniel y Sabine, eran muy parecidas físicamente, altas, delgadas, no estaban agraciadas ni por un bonito culo ni por unas buenas tetas.  Tan solo sus ojos y sus rasgos germánicos sobresalían en ellas.   Sin embargo su carácter era totalmente opuesto, parecían el yin y el yang, se pasaban el día discutiendo por todo y no se ponían deacuerdo en nada.   Sabine como hermana mayor quería imponer su autoridad, pero el carácter rebelde de Daniel chocaba frontalmente con ella.
Durante el primer día de navegación, observe como las dos intentaban llevar la voz cantante y en varios momentos tuve que poner paz entre ambas.   Yo como cuando se trata de mujeres soy débil y no tengo voluntad, siempre estaba del lado de la que tonteaba mas conmigo.  Lo que nos llevo a una situación en la que constantemente las tenia encima mía, intentando seducirme y ponerme de su lado.
No se si Sabine le había contado a Daniel nuestro temita en la isla, pero Daniel había pasado de no dirigirme la palabra a tirarme los trastos constantemente.   El caso es que después de un rato de navegación cerca de ellas, solo pensaba en la manera de follármelas juntas o por separado.
El Báltico es un mar de poca profundidad con miles de islas pequeñas,  muchas de ellas con sus mansiones y sus puertos privados.   Eran una buena opción para pasar la noche, sitios de lujo con bajo nivel de peligro.
-     Será mejor que busquemos una isla para pasar la noche -  Solté como el que no quiere la cosa.
-     ¿Una isla? Eso es muy peligroso, no sabemos que podemos encontrar – replico Daniel rápidamente.
-     Daniel tiene razón, esas islas no son una buena opción, son muy peligrosas – la ratifico su hermana, para mi decepción.
Todo el día discutiendo entre ellas y ahora que lo necesito, resulta que están conformes las dos.   Yo ya me había hecho a la idea de pasar toda la noche mal durmiendo en el velero cuando pasamos cerca de una isla y vimos lo que parecía luz en la mansión.  Sin pensarlo dos veces decidimos atracar en el pequeño embarcadero que tenia la isla.
Desembarcamos los tres, despacio, temerosos ante lo que pudiéramos encontrar,  dejando el velero a la espalda, rumbo a la mansión situada al final de un pequeño sendero.   Era una casa Victoriana, de tres pisos y en el más alto de ellos se podía ver claramente una luz encendida.    Avanzábamos despacio con las miradas fijas en esa luz, cuando una silueta en la ventana nos sobresalto, la casa estaba habitada.   Un segundo después la silueta desapareció y la luz se apago.   Nos miramos los tres a la cara, en sus ojos se leía el miedo y la duda,  pero el hambre, el frío y el cansancio, pesaban más que el miedo, así que monté la escopeta y seguí caminando hacia la puerta.
A una distancia de cincuenta metros de la casa paré bruscamente, Daniel que iba detrás de mi, se topo conmigo y me dio un pequeño empujón que casi me tira al foso.   Delante nuestra había un foso semioculto de unos dos metros de ancho y tres de altura, parecido al foso que rodeaba los castillos medievales.
- ¿Quien habrá construido este foso? – Pregunto Sabine.
- Alguien que no quiere visitas de podridos – Conteste.
Después de un examen rápido encontramos unos tablones de madera apoyados en un árbol, que utilizamos para atravesar el foso y llegar a la puerta de la casa.
-     ¿Qué hacemos, entramos? – pregunto Daniel con el pomo de la puerta en la mano.
-     Mejor llamamos primero, lo que vimos en la ventana era una persona y no creo que le haga gracia que nos colemos en su casa. – Le dijo Sabine a Daniel agarrando su mano antes de que abriera la puerta.
-     A lo mejor es un fantasma, sea como sea, lo mejor es llamar -  bromee, mientras aporreaba la vieja puerta.
Pasaron unos segundos sin que oyéramos nada, volví a aporrear y la casa seguía en un silencio sepulcral, las chicas me miraban apremiantes y estaba a punto de propinarle una patada a la puerta cuando una vocecilla nos hablo desde el otro lado.
-     ¿Qué quieren? Estoy armado, márchense – Era la voz de un hombre, seguramente mayor.
-     No queremos hacerles daño, somos dos mujeres y un hombre y  solo buscamos un lugar donde pasar la noche protegidos, somos tres, hambrientos y muy cansados. – le suplico Sabine a través de la puerta.
-     No tengo comida, y no me gustan los extraños, ¡largo! -  al terminar de decirlo, se oyó un chasquido al otro lado de la puerta, era el cerrojo de un rifle.
-     No queremos que nos den nada, podemos comprar o cambiar.  Tenemos alcohol, medicinas y algunas armas ¿díganos que quiere? – Hice un último intento antes de entrar por la fuerza y liarnos a tiros.
-     Quiero a una de las chicas, tienes dos mujeres, ¿no? Pues si queréis refugio quiero que me entregues a una – mientras hablaba, Sabine y Daniel me miraban con cara de indignación.
Las hice un gesto para que se alejaran de la puerta, apunte con la escopeta el cerrojo y dispare, después del disparo le arree una patada a la puerta que salido volando un par de metros.   Al otro lado de la puerta se encontraba un hombrecillo casi calvo, solo le quedaban unos cuantos pelos en la cabeza mal peinados, con gafas, sin afeitar y desarrapado,  empuñaba un rifle en la manos que le temblaban como un flan.  Tenía pensado dispararle o golpearle en cuanto lo localizara, pero después de verlo me limite a quitarle el rifle de las manos y a darle una colleja.
-     No me hagáis nada¡¡, era una broma¡¡, tengo comida, luz y muchas mas cosas.... – El hombre no paraba de hablar muerto de miedo.
-     ¿Cómo te llamas? Y ¿Qué es eso de que tienes luz? Le pregunte mientras le daba otra colleja para que contestara.
-     Mi nombre es Max, soy científico, seguidme y os lo enseñare todo, no miento. – De cerca un aire a Gollun del señor de los anillos.
Gollun nos enseño primero el exterior de la casa, estaba bien preparado, tenia un huerto, un granero, un corral con gallinas y varios árboles frutales,  la comida le sobraba.  El interior de la casa estaba muy sucio y olía mal, tenia todo tipo de trastos, como si tuviera el síndrome de Diógenes.  

Después de recorrer los pisos superiores, nos bajo al sótano para mostradnos lo que el definió como su obra maestra.   Llegamos a una puerta que tenia escrito gimnasio, la abrió y nuestros ojos se quedaron como platos.    Lo que vimos era difícil de describir, el tipo estaba muy loco o era un genio.  La mayoría de los aparatos del gimnasio tenían a un podrido atado encima.   Bicis, spining, aparatos de pesas, todos   estaban conectados a una dinamo, así que el tipo con la simple ayuda de una gallina correteando por el gimnasio y el movimiento incansable de los zombis, había logrado una fuente de inagotable de energía.
Después de ver el gimnasio Max nos invito a subir a una habitación, a ducharnos con agua caliente y luego a cenar.  Aunque yo no me fiaba mucho de el, las chicas estaban entusiasmadas y locas por darse una ducha caliente y ponerse ropa limpia.  Hacia meses que no se duchaban con agua caliente y jabón.
Un par de horas mas tarde bajamos al salón de la casa, Max nos esperaba afeitado y con esmoquin, parecía otra persona.   Las chicas se habían arreglado y bajaban con un vestido de noche negro, por primera vez desde que me recogieron en la isla parecían auténticas mujeres, guapas y deseables.   Max nos recibió con una copa de vino.
-     Bebed amigos, es un Bordeaux del 92 – Max nos entrego una copa a cada uno para brindar.
-     Max hay un par de cosas que no comprendo – le dije mientras llenaba mi copa.
-     Luego, ahora brindemos, ¡Por nosotros! – Grito levantando su copa.
-     ¿de donde has sacado a los zombis? – le pregunte mientras los cuatro apurábamos el vino, que debia de estar picado, pues tenia un sabor amargo.
-     Pues de donde va a ser, eran mis anteriores invitados – Ante la contestación, los tres nos miramos incrédulos, luego miramos la copa totalmente vacía mientras el sonreía.
Yo iba a correr hacia el, cuando mi vista empezó a nublarse y todo comenzó a dar vueltas, tan solo me dio tiempo a ver a las chicas tiradas en el suelo antes de caer inconsciente.
No se cuanto tiempo paso hasta que me desperté,  me encontraba en una habitación oscura, no podía mover los pies y apenas las manos.  Cuando mis ojos se hicieron a la oscuridad, vi que estaba amarrado a un aparato de pesas, completamente inmóvil exceptuando la cabeza y los brazos en un determinado movimiento.     Mire a los lados y me pareció distinguir a las chicas, con su vestido negro, tan amarradas como yo, aun no habían despertado.
Durante unos minutos intente liberarme inútilmente, hasta que la puerta de la habitación se abrió y se encendió la luz, allí apareció Max,  desnudo, ahora parecia Larry el protagonista de las aventuras gráficas. 
-     Max, cabrón, hijo de puta, suéltanos – Le ordene, lo que hizo que Sabine y Daniel empezaran a reaccionar.
-     De eso nada, te pedí a una de las chicas por la buenas y no quisiste dármela, ahora me quedare con las dos, je je -  contesto con una sonrisa macabra.
-     Nunca follare contigo, antes la muerte – fueron las primeras palabras de Daniel cuando despertó.
-     La muerte, jeje, ni hablar, aquí lo que tendréis es la vida eterna – dijo mientras con la mano levantaba una jeringuilla que contenía un liquido negro y viscoso.
-     Os lo diré claro, o me obedecéis o tendré que pincharos con un poco de sangre infectada, no hace falta deciros lo que pasara.   Tu Iván, no hace falta que me obedezcas, después de que veas como me follo a tus chicas te pinchare y pasaras a integrar mi plantilla de trabajadores eternos. –pensé que quizas me había pasado con las collejas.
Max se acerco a Daniel y la amenazo con pincharla si no se estaba quieta, luego la arranco el vestido de un tirón y empezó a lamerle las tetas.   Eran bastante más grandes y redondas que las de Sabine y el tipo no paraba de sobarlas.   Los tres empezamos a insultarle, pero el ignorandonos, siguió chupando y mordiendo.   Luego cuando se canso de las tetas,  la introdujo los dedos por dentro de las bragas, masajeando el clítoris, intentando sin exito que esta tuviera un orgasmo.
-     Ahora teneis que decidir vosotras, pequeñas ¿o follais conmigo o aparato de gimnasia? -  Las soltó, amenazandolas con la jeringuilla.
Primero libero a Daniel de la maquina de pesas, dejando tan solo una cuerda con la que, la mantenía sujetas las manos a la espalda.  Luego hizo lo propio con Sabine, la arrastró al suelo de los pelos y una vez en el suelo, tumbada sobre un costado,  la separo las piernas sujetando una con su rodilla y la otra con la mano.

Luego la penetro, Daniel gritaba de dolor.  En un visto y no visto el bastardo eyaculo sobre ella.   Luego se incorporo, levantó a las chicas, que estaban llorando abrazadas una enfrente de otra y dándolas azotes en el culo, las obligo a salir de la habitación.
- Vamos a la cocina chicas, todavía os queda mucho trabajo por hacer – Se reía mientras las golpeaba como un pastor fustiga al rebaño.
Yo sabia, que o me soltaba o me quedaría toda la vida dándole luz al bastardo. A la desesperada cargué todo el peso de mi cuerpo en un extremo de la maquina, esta se balanceo un poco,  haciendo un esfuerzo descomunal me balancee de un lado a otro, al final la maquina cayo hacia mi izquierda partiéndose la polea y dejándome libertad en la parte superior de mi cuerpo.    Con las manos libres empecé a soltarme el resto de las ataduras de la pierna.  
 A causa del ruido, producido por la maquina al caer, Max subió corriendo, abrió la puerta de la habitación desnudo y se quedo atónito mirándome en el marco durante unos segundos sin saber como reaccionar.   No se atrevió a entrar y pelear conmigo, aun teniendo parte de las piernas atadas, salió corriendo escaleras abajo.   Seguramente en busca de algún arma de fuego para acabar conmigo, así que el tiempo apremiaba.
Cuando me liberé del resto de  las cuerdas, cogí una mancuerna a modo de cachiporra.   Con cuidado salí de la habitación, toda la casa estaba silenciosa y oscura, baje las escaleras que llevaban a la planta baja cuando empecé a oír sollozos, provenían de la cocina.  Acercarme era peligroso pues podía ser una trampa, pero tampoco podía dejar a las chicas tiradas, así que seguí los llantos hasta que las encontré.   Ambas estaban encerradas en el armario de la limpieza, estaban semi desnudas, con una cofia, una faldita y medias negras, atadas la una a la otra y sin poderse mover.
Mi primer impulso fue disfrutar de la vista, pero un grito de Daniel me saco del trance,  cogí un cuchillo de la cocina y se lo di a Sabine para que se liberaran ellas mismas mientras yo vigilaba.  Cuando se soltaron nos dirigimos al exterior de la casa.   Había que vernos, yo desnudo y ellas vestidas de pornochachas, salimos al exterior, pero al llegar al foso, nos encontramos que los tablones para cruzarlo habían desaparecido, estábamos encerrados.
Volvimos al interior de la mansión, con la intención de recorrerla en busca de Max, cuando empezamos a oír unos gruñidos que nos resultaban familiares.    El cobarde había soltado a los podridos para que ellos hicieran el trabajo sucio.   En un visto y no visto aparecieron tres podridos subiendo de las escaleras del gimnasio.
Les lance la mancuerna que llevaba en la mano y los tres salimos corriendo de la casa, hacia el cobertizo de los animales,  la puerta también estaba cerrada, pero afortunadamente había todo tipo de aperos.  Le di a Sabine un hacha y Daniel cogió una pala de hierro.
Cuando los primeros podridos salieron de la casa,  nosotros ya les esperábamos bien pertrechados.  Lance una horca de hierro y ensarte al primer podrido que llegaba con sus dos pinchos, dejándolo clavado en la pared.    Me gire para ayudar a las chicas, el segundo zombie estaba casi encima de ellas, mire a mi alrededor en busca de algún otro objeto que me sirviera para atizarle,  no hizo falta, Sabine levanto el hacha sobre su cabeza, dejándolo caer según llegaba el podrido, la cabeza se le abrió por la mitad como una nuez.   El tercer zombie se dirigía a Sabine cojeando, Daniel se coloco a su espalda y le dio un golpe seco en la espalda con la pala, el zombie no se inmuto y continuo avanzando hacia Sabine.   Daniel le propino un segundo golpe en la cabeza, el podrido cayo al suelo, cuando empezó a incorporarse le dio un tercer golpe con el canto de la pala que le arranco un trozo de cerebro, ya no se movió mas.
-     ¿Hemos acabado con todos? – pregunto Daniel cuando dejo de golpear a su zombi para empezar a golpear al que yo había dejado clavado a la pared.
-     Con los podridos, Si. Pero aun queda una rata dentro de la casa – Contesté pensando en Max.
-     ¿Qué hacemos? ¿entramos a buscarlo o nos piramos de la isla? – dijo Sabine recuperando el hacha de la cabeza del zombie.
-     Entrar no es buena idea, seguramente halla soltado a algunos más, sin olvidar que tiene un rifle y nuestra escopeta. Las cuales me jodia dejar aquí.   Creo que la mejor forma de sacar a una rata de su agujero es con fuego. -   las chicas sonrieron malévolamente.
Cruzamos el foso hasta el velero,  recogimos lo necesario para hacer una buena hoguera y volvimos a la casa.   La prendimos por los cuatro costados.   Las chicas y yo nos escondimos a esperar al otro lado del foso.   Después de un rato ardiendo la casa, empezamos a oír disparos, Max había salido de su escondite y se había topado con sus propios zombis.  Los disparos cada vez sonaban más cercanos, hasta que al final apareció por la puerta,  manchado de hollín, tosiendo, sudando y perseguido por una zombie vestida de doncella, a la que disparaba sin acertarla en la cabeza.      Cuando llego al foso se encontró con unos tablones que nosotros habíamos colocado y que le llevaban hasta donde le esperábamos emboscado.    Cuando hubo cruzado el puente, se giro para darle una patada a los tablones y que cayeran al foso, la zombichacha cayo con los tablones.  Los retiro justo cuando pasaba sobre ellos y quedo atrapada.  Max se tumbo boca arriba en el suelo, exhausto.
-     Vaya parece que la rata a salido del agujero – le dije mientras recogíamos la escopeta del suelo y le daba una colleja a el, para que se levantara.
-     Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir – nos miraba a los tres con cara de cordero degollado.
-     Claro que no volvera a ocurrir, solo querías echar un polvo, pobrecito, los siente mucho no cabron – Le dijo Daniel, levantandolo y dandole empujones, todo cabreada.
-     Querías follarte a una chacha y vamos a hacer realidad tus deseos – dijé. 

Según terminaba de decirlo, lo dejaba en el borde del foso y Sabine y Daniel le propinaban una patada de karate al unísono que le mandaba al foso de culo.
Nos pasábamos el resto de la noche viendo como ardía la casa y como Max huía de su perseguidora hasta que no aguanto mas y la podrida le pudo pegar un mordisco.  Ahora si que estaban condenados a pasar la eternidad juntos.  
Por la mañana cargamos en el velero todo lo que pudimos, animales, herramientas, etc, nos dio mucha pena no poder cargar mas cosas.   Antes de embarcar de nuevo eche un ultimo vistazo al foso y allí estaba Max, convertido en zombie, junto a su compañera.  Ahora con un tono gris en la piel, parecia a Gollun mas que nunca.  Y miraba y veía a mi me venia a la mente de nuevo esa canción “37 º y un montón de huesos, con algo de pellejo alrededor”.

lunes, 16 de abril de 2012

LA CARRERA DE BORNHOLM


Avanzábamos por encima de las olas rápidamente, una barcaza nos transportaba desde Ystad, en Suecia, hacia la isla de Bornholm en Dinamarca. Era una isla grande, de 588 Km2, y cerca de 40.000 deambulantes. 
Estoy en la barcaza con 10 hombres más. Todos igual de necesitados que yo, todos buscamos el premio, unos para conseguir comida, otros medicamentos, armás, etc.   En mi caso necesito ganar esta carrera para conseguir un barco. Ese fue el trato con las mafias locales, yo ganaba la carrera y ellos me proporcionaban un pequeño velero con el que llegar a casa.
La carrera consistía en recorrer las cuatro iglesias circulares de los templarios que hay en la isla y encontrar las cuatro reliquias sagradas que se guardaban en cada una de ellas.
El corredor que después de 24h llegara al castillo de Hammershus en el extremo noroeste de la isla con mayor numero de reliquias vencería.   
Para mas inri, antes de embarcar, aposté lo poco que tenia por mi victoria.
Mientras navegamos hacia el puerto de Ronne, donde nos iban a desembarcar, aproveche para examinar al resto de los corredores.  De los nueve rivales, la mitad no creo que aguantasen vivos más de una hora en la isla, demásiado jóvenes o demásiado viejos para esta carrera.  Tan solo un par de ellos podían ser rivales y crearme problemás, eran dos tipos bajitos pero muy corpulentos, con pinta de luchadores curtidos en mil peleas. 
Del primero, que se encontraba delante mío, llamaba la atención la cantidad de cicatrices que decoraban su cara.  Había otro más cerca de popa que era calvo con tatuajes por todo el cuerpo y cara de pocos amigos.   En principio tenia claro que tomaría un rumbo diferente a ellos y quizás los podridos  me hicieran el favor de encargarse de ellos.
Poco a poco se fue haciendo visible el puerto de Ronne, y la barcaza redució la velocidad para entrar silenciosamente en el puerto.  Los muelles a rebosar de zombis.  Muchos caían al agua intentando atraparnos y veíamos como después de chapotear un rato terminaban hundiéndose.   
Al final el tipo que manejaba la barcaza paro en mitad del puerto y grito.
-     Fin de viaje,  podéis saltar –  todos le mirábamos estupefactos.
-     ¿Estas loco?, estamos muy lejos del muelle y el agua esta llena de zombis. -  Le contesto un hombre viejo y delgado que no tenia pinta ni de saber nadar.
-     Vosotros si que estáis locos, si pensáis que me voy a acercar más a una de esas dársenas. -  Al terminar de decir la frase el tipo saco un revolver – Es la última vez que lo digo, ¡Todos al agua¡ - Apunto con el revolver al viejo.
-     Mi hijo y yo no sabemos nadar, moriríamos!! – Replico el viejo señalando a un chico joven que había a su lado y encarándose con el tipo del revolver.
El tipo del revolver le miro despectivamente y disparo,  sin piedad.  Del pecho del viejo empezaron a brotar borbotones de sangre y cayo boca arriba junto a su hijo.
-     ¿Alguien más se niega a saltar de la barcaza? – gritaba mientras apuntaba a los que le mirábamos con semblante desafiante.
Poco a poco todos se fueron quitando la ropa y saltando al agua, yo espere a ver que rumbo tomaban mis rivales para nadar en dirección contraria.  Salté al agua con la ropa y el calzado metido en una bolsa que llevaba al cuello. Mi  intención era nadar hacia el sur. 
Eche una última mirada a la barcaza, en ella solo quedaba el hijo del viejo que estaba a punto de saltar sin siquiera quitarse la ropa, estaba condenado a ahogarse.    Empecé a nadar a braza con cuidado de no toparme con algún zombi cuando a mi espalda el chapoteo del chico capto mi atención, mi cabeza decía que le olvidara y nadara, pero mi escasa conciencia venció y di media vuelta. 
Cuando llegue a la altura del chico ya no se le veía, estaba hundido bajo el agua, tome aire y buceé hasta que vi una sombra, no estaba seguro de que fuera el chico, podía ser un podrido de los que se habían caído anteriormente al agua, pero me arriesgue y le enganche del cuello sacándolo a la superficie. 
Como pude lo arrastre hasta una caseta de piraguas del muelle, a estas alturas afortunadamente los zombis estaban entretenidos persiguiendo a los corredores que habían salido del agua antes que nosotros.     Metí al chico dentro de la caseta, era pequeña pero segura.
Tras una inspección rápida para asegurarme que no había sorpresas desagradables, le realice el boca a boca y saqué el agua de su tripa. Después de unos minutos empezó a dar arcadas y a respirar, se podía considerar que dadas las circunstancias había vuelto a nacer.   Puse mi ropa a secar encima de una piragua y cuando me disponía a hacer lo mismo con la del chico, me lleve una curiosa sorpresa, no era un joven, sino una chica disfrazada de chico.  Ahí tenía delante mía dos hermosas y redondas tetas blanquitas.  Le baje el pantalón y quedo desnuda estirada en el suelo, efectivamente era una chica, además con un cuerpo delgado y apetitoso. La pena era el pelo de la cabeza tan corto, supe que era morena por su vello púbico,  entonces empezó a tiritar de frío, así que me vi en la obligación de abrazarla contra mí,  darla calor corporal. Me acurruqué con ella y puse una lona de una piragua encima nuestra, hasta que dejo de temblar y se durmió.
- Despierta!! llevas durmiendo dos horas y si no te levantas ¡ya! te vas a quedar aquí sola. -   La zarandee para despertarla, no quería perder más tiempo.
- ¿Quién eres? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde esta mi padre? y ¿Por qué estoy desnuda? -  Me soltó la batería de preguntas escondiéndose tras la lona y refugiándose en un rincón de la caseta.
- A tu padre le pegaron un tiro en la barcaza. ¿No lo recuerdas?, yo te saque del agua y te he traído a tierra, mi nombre es Ivan, ahora es necesario marcharse o nos encontraran los zombis y además perderé la carrera. – Sus bonitos ojos azules se  llenaron de lágrimás mientras yo la daba su ropa para que se vistiera.
Mientras se ponía su ropa intente mirar hacia otro lado para no incomodarla pero los ojos se me iban constantemente hacia ella, la belleza del cuerpo femenino siempre había sido una de mis debilidades y este era uno de los más perfectos.
 Cuando termino de vestirse se acerco a mí y me dijo.
- Gracias, me has salvado la vida, mi nombre es Sabine, soy de Berlín.-  me estrecho la mano intentando comportarse con serenidad.
Poco después salimos de la caseta, le advertí que yo correría todo lo que pudiera y que no entraba en mis planes parar a ayudarla.   Teníamos una distancia de cerca de 200 m hasta salir del puerto.  En el trayecto había un grupo de zombis alrededor de un cuerpo, devorándolo,  seguramente uno de los corredores que no había tenido fortuna.    Andamos despacio y sin hacer ruido intentando pasar desapercibidos, hasta que uno de los infectados giro la cabeza y se nos quedo mirando fijamente.
-     ¡Corre! - le grite a Sabine.
Ambos corrimos sin mirar atrás, mientras huíamos, escuchábamos los gritos de los podridos al avanzar hacia nosotros.  
Salimos del puerto y tome dirección a las primeras casas, donde seria más fácil esconderse o despistarlos.  Pero las casas también estaban llenas de zombis, además en estado de alerta por el jaleo que habían armado los que habían ido saliendo a nuestro paso.    La situación estaba fea, con zombis a la espalda y delante de nosotros, el agua era la única solución para mí, pero no para Sabine.  
Tenía pocos segundos para tomar una decisión, luchar o dejarla a su suerte saltando al agua.   En esa situación muchos hubieran buscado en el cielo la respuesta, yo, la encontré en el suelo.
Afortunadamente la tapa de aquella alcantarilla fue fácil de levantar y ambos nos introdujimos dentro antes de la horda nos alcanzara.   Era pronto para cantar victoria, estábamos en una alcantarilla oscura por donde fluía el agua en dirección al mar, lo cual no era una gran opción, había que arriesgarse y adentrarse hacia el interior.
  Agarre a Sabine de la mano y empezamos a andar túnel adentro. A oscuras, cada metro que recorríamos se hacia eterno.
De repente el silencio se rompió, un grupo de ratas nos paso entre los pies huyendo de algo.   Detrás apareció una sombra, lo que me temía, un zombie gateando detrás de las ratas,  no lo pude ver hasta tenerlo prácticamente encima.  Instintivamente le di una patada en la cabeza que impacto con una pared, del cráneo del zombie supuro un líquido negro y espeso, después de unos segundos de convulsiones quedo inmóvil.
-     Es mejor que salgamos de las alcantarillas lo antes posible, la próxima vez puede que no tengamos tanta suerte – La dije a Sabine indicando con la mano a una pequeña esclusa por la que entraba luz unos metros más adelante.
Levante un poco la tapa de la alcantarilla, lo suficiente para ojear si había algún podrido cerca y salimos a una gran rotonda, estaba despejada, con dos estaciones de servicio vacías, aparentemente abandonadas, una de STATOIL y otra de SHELL, cogí a Sabine de la mano y la lleve al interior de la primera. 
Como era lógico estaba vacía, totalmente saqueada, fuimos a la segunda el esperando tener más suerte pero lo único que había era una puerta cerrada con un podrido golpeándola al otro lado.   Busque por el suelo de la tienda y encontré una botella de vino vacía, le pedí a Sabine que me esperara en la puerta por si había que salir corriendo, luego abrí la puerta y un hedor putrefacto me llego a las fosas nasales, iba a vomitar cuando el podrido se abalanzo sobre mi, le arree con el culo de la botella que se partió en su cabeza y para asegurarme que no se levantaba más, le clave lo que quedaba de botella en el cráneo, luego vomite tranquilamente encima del podrido.
   Aunque el abrir la puerta me había planteado serias dudas, cuando examine la habitación donde estaba encerrado el zombie, descubrí que había acertado.  La persona que encerró al tipo, le dejo en la habitación con conservas, medicamentos y ropa para subsistir.  Un tesoro que gracias a la presencia del zombie había resistido el paso de los saqueadores.
Después de comer salimos de nuevo a la rotonda, en ella encontramos carteles indicando la distancia a todos los lugares de la isla, el aeropuerto a 4 Km., la iglesia de Olsker a 29, la de Nylars a 15, Nyker a 33 y el castillo Hammershus a 22.   
Habíamos perdido demásiado tiempo saliendo de Ronne, como para llegar los primeros a cualquiera de las iglesias. Lo mejor era esperar cerca del castillo y robar las reliquias a los otros corredores según fueran llegando.
Decidimos andar toda la noche para llegar al castillo lo antes posible, eso nos daría un margen para explorarlo y tener tiempo de preparar alguna trampa.
  En las 5 horas que tardamos en recorrer la distancia al castillo, tuvimos tiempo para hablar y conocernos mejor.   Sabine y su familia eran de Berlín, cuando estalló la pandemia se refugiaron en una casa familiar en el bosque negro, luego decidieron arriesgarse y cruzaron a Suecia con el sacrificio de sus dos hermanos mayores que murieron en el trayecto.   Cuando llegaron a Suecia no les fue muy bien, sus padres eran muy mayores y la madre no tardo en enfermar.  Ella y su hermana pequeña buscaron medicamentos que un mafioso ruso les ofreció a cambio de sexo, pero sus padres no les dejaron aceptar y la única opción que les quedo fue apuntarse a la carrera ella y su padre, mientras su hermana cuidaba de la madre. 
Cuando estábamos a un par de kilómetros del castillo le pedí a Sabine que callara, un murmullo iba creciendo y se acercaba a nosotros.  Salimos de la carretera y nos escondimos detrás de una rocas. Poco después aparecieron. Una horda zombi. La oscuridad no me permitía saber su numero exacto pero era muchos, todos caminaban en una lenta procesión por la carretera en dirección a Ronne.   
Se me ocurrió una idea, le dije a Sabine que no se moviera de esas rocas, que iba a hacer una locura.  Salí corriendo y gritando de las rocas, haciendo ruido y aspavientos con los brazos.    Rápidamente una marea de zombies se me vino encima.   Corrí en dirección al castillo, eran dos kilómetros por la carretera, a oscuras, sin saber con lo que me podía topar de frente y perseguido por cientos de zombis.  
Después de los 2  kilómetros más largos de mi vida, llegue a las ruinas del castillo,  pare, me subí a lo que quedaba de muralla y vi como cientos de zombies serpenteaban por la carretera en dirección a mi, en pocos minutos todo el castillo seria una colmena de zombis.      Recupere el resuello y corrí hacia el embarcadero,  cuando estaba a punto de alcanzar el embarcadero, pude oír los gritos desgarradores de un pobre desgraciado que estaba emboscado en el castillo y que la llegada de la horda le había sorprendido.
Una hora después regresaba a las rocas donde había dejado a Sabine esperando. Estaba mojado y exhausto de nadar.   Cuando Sabine me vio corrió a mi encuentro y como una loca me  abrazo.
-     He pasado tanto miedo, pensé que no ……..- ella volvió a romper a llorar.
-     Ya ha pasado, era la mejor forma de asegurar el castillo y los alrededores, ahora los zombis vigilaran por nosotros. -  la tranquilice.
-     Estas empapado y muerto de frío, quítate la ropa o morirás congelado. – me dijo mientras rauda me desabrochaba la camisa.
-     No podemos hacer fuego, ni tenemos donde refugiarnos – La dije completamente desnudo y tiritando.
-     Déjame darte calor,  tú lo has hecho esta mañana por mí –   me dijo mientras me cogía entre sus brazos y me apretaba contra su cuerpo sin mirarme a los ojos.
Segundos después los dos estábamos abrazados mirándonos, la situación ya no era como por la mañana, había crecido un pequeño vinculo entre los dos, que ahora se había convertido en deseo.  La bese el cuello y permaneció inmóvil, note como su cuerpo se encendía, yo estaba pasando de la congelación a un calor abrasador, mientras mis manos recorrían todo su cuerpo.   Entonces ella salió de su mini letargo e hizo lo propio con sus manos, empezó a agarrarme el pecho para ir descendiendo hasta mi berga, que para ese momento ya presentaba una impresionante erección.   Ella la acariciaba nerviosa y la miraba de forma extraña, me di cuenta que seguramente era el primer hombre desnudo que veía que no fuera de su familia, seguramente era virgen.  La cogí su mano y con suavidad la enseñe a másturbarme.  Luego la quite la ropa y la tumbe, le pregunte si era la primera vez y ante su respuesta afirmativa pedí que se relajara.    Metí mi lengua dentro de su clítoris, hacia tiempo que no probaba uno virgen, era como un manjar.  Luego continúe con los dedos, rápidamente hallé su punto G y note su excitación, lo que aproveche para tumbarme encima suya y penetrarla mientras la besaba los senos.  Note el momento exacto en el que se rompió su himen y una mezcla de sangre y de fluidos nos empapo.   A parir de ese momento y hasta que amaneció pase la noche enseñando a Sabine diferentes posturas sexuales que la convirtieron en una experta en el arte.
La mañana siguiente después de recoger el agua del rocío para beber y acabar con las conservas que encontramos, nos acercamos sigilosamente al castillo, allí cientos de zombis deambulaban de un lado a otro.  El plan era sencillo, dejar que los corredores llegaran al castillo y se encontraran el pastel, con un poco de suerte los podridos nos harían el trabajo sucio.   En el peor de los casos, si no conseguíamos las reliquias tampoco nos arriesgábamos mucho.
Sabine y yo nos ocultamos tras una loma que dominaba el castillo y sus accesos.
No tuvimos que esperar mucho hasta que apareció un chico joven con una de las reliquias en la mano, avanzaba poco a poco sin darse cuenta que todo estaba lleno de zombis.  Cuando advirtió la presencia de estos y quiso alejarse ya era demásiado tarde.  En el momento que un zombi le localizo, empezó a emitir sonidos que pusieron frenéticos a todos los podridos.  Era como cuando alguien toca un avispero y sin saber como aparecen las avispas por todos los lados.  El chico corrió y esquivo a dos o tres, pero cuando estaba a punto de zafarse de  los últimos tropezó, la reliquia cayo a los pies de un grupo de zombis y cuando se levanto, en vez de correr quiso recuperar la reliquia. Ahí firmo su sentencia de muerte.  Los zombis se le echaron encima y comenzó el festín.    El chico gritaba e intentaba zafarse, pero tenia tantos infectados encima que no iba a quedar nada de el, ni para convertirse en zombi.
Unos minutos después Sabine estaba rezando una oración por el chico, cuando un cóctel molotov callo sobre el grupo de zombis que lo devoraba.    Mire en la dirección de la que venia el cóctel y vi al tipo calvo del tatuaje encendiendo varias botellas más.   Una a una las fue lanzando para crear un muro de llamás, cuando la hubo lanzado todas,  se acerco y recogió la reliquia que se le había caído al chico.    Estaba confiando mirándola con sus dos reliquias en las manos, cuando un zombi carbonizado atravesó las llamás y le mordió en su brillante cráneo.   El tipo reacciono con un codazo en la cara del podrido, que lo lanzo de vuelta al otro lado del muro de fuego.   El descuido ya no tenia solución, de su cabeza empezó a caer un hilo de sangre, el tipo estaba infectado y condenado a muerte.    Dejo caer al suelo las dos reliquias que tenia en las manos y se marcho andando lentamente, resignado ante el futuro que le esperaba.
Estaba a punto de cumplir el plazo de 24 h. y terminar la carrera, cuando Sabine se levanto para ir a recoger las dos reliquias que habían quedado tiradas, yo la cogí del brazo y tire de ella hacia detrás de la loma.   Ella  frunció el ceño enfadada, estaba a punto de desafiarme cuando apareció, por el camino llegaba el tipo de las cicatrices en la cara.
  Llevaba una mochila a la espalda y en las manos una motosierra.     Cuando los primeros podridos le vieron, el tipo arranco la maquina.   Durante unos minutos que parecían no tener fin, los zombis fueron saliendo del castillo y lanzándose furiosos hacia el tipo de las cicatrices, este sin retroceder un ápice y con la motosierra en alto los fue mutilando según llegaban.   Cuando dejaron de aparecer nuevos zombis, el tipo tranquilamente la apago,  paso por encima del montón de cuerpos mutilados aplastando con sus botas los cráneos de los que aun se movían, llego a las reliquias y las recogió del suelo, introduciéndolas a continuación en su mochila, donde seguramente estaban las dos restantes.
Yo intentaba pensar alguna forma de quitárselas sin arriesgar la vida, cuando Sabine me dio un par de golpes en la espalda y me dijo que mirará.   La barcaza que nos había traído a la isla, se acercaba al castillo con un grupo de personas.    Sabine se puso nerviosa y tras coger una piedra del suelo del tamaño de una naranja, salió corriendo en dirección del tipo de las cicatrices.    Yo corrí tras ella.  El tipo al oírnos llegar, se giro y arranco de nuevo la motosierra.
Sabine se planto a tres metros del tipo de las cicatrices.
-     Dame esa mochila -  Le grito Sabine al tipo.
-     Claro, no te muevas que te la acerco -   el tipo empezó a avanzar hacia Sabine con la motosierra por delante.
Sabine le lanzo la piedra que impacto con la motosierra y quedo desecha, mientras el tipo seguía avanzando hacia ella.
-     Corre Sabine, yo me encargo de el!!! -  Le grite sin tener muy claro que hacer.
Sabine corrió ladera arriba y el tipo se giro hacia mí.   Yo no podía acercarme a el, pero el tampoco podía perseguirme con la motosierra.   Pasamos unos segundos mirándonos, esperando que uno de los dos hiciera algo, al final las tablas las rompió Sabine, desde lo alto de la loma empezó a lanzarle guijarros al fulano.     El tipo se encontró en una situación comprometida, ahora tenia que vigilar dos frentes.   Yo esperaba que de un momento a otro alguna piedra le impactara y tener la oportunidad de saltar encima suya, pero el de la cicatrices, ante la tesitura empezó a retroceder lentamente, sin darnos la espalda, en dirección a la barcaza que ya estaba amarrada en el embarcadero esperando a que algún corredor llegara con las reliquias.
Mientras el tipo retrocedía yo hacia lo propio, guardando una distancia de unos pocos metros con la motosierra.  Ya lo daba todo por perdido, cuando vi aparecer enfrente mía y a espaldas del tipo de las cicatrices, al tipo calvo.   Acababa de transformarse en zombie, por lo que su aspecto era aparentemente normal, tan solo su mirada perdida delataba su nueva condición.    Dos pasos más hacia atrás, para caer en las fauces del calvo.  En un segundo le tenía abrazado y le mordía el cuello, mientras el de la cicatriz movía la motosierra de un lado a otro intentando alcanzarle.    Al final arrojo la motosierra al suelo y se saco al zombie calvo por encima de la cabeza, cayendo de bruces delante de mi.   Yo corrí hacia el de la cicatriz pisando la cabeza del calvo, para agarrarlo antes que le diera tiempo a coger la motosierra de nuevo.   Pero el de la cicatriz en vez de coger la motosierra, corrió con la mochila hacia la barcaza, iba a correr detrás suya, cuando el calvo me agarro con su mano mi pierna, cayendo de boca al suelo.   
Instintivamente le empecé a dar patadas con mi pierna libre, al calvo en la cabeza, pero el cabrón no me soltaba.       De repente apareció Sabine.
-     Dame la motosierra!!! - le grite.
Sabine paso al lado de la motosierra sin detenerse, directa al embarcadero.   Mire hacia la barcaza y vi al de la cicatriz hablando con los de la mafia, entonces uno de ellos saco una recortada y disparo a bocajarro a su cabeza, por un segundo quedo un cuerpo de pie sin cabeza.    El tipo estaba infectado y los de la barcaza no querían pasajeros de ese tipo.     Yo miraba la barcaza mientras me arrastraba hacia la motosierra con el calvo enganchado a mi pie.    Sabine llego al embarcadero y recogió la mochila del suelo, mientras el de la escopeta la preguntaba algo sin dejar de apuntarla la cabeza.     En ese momento alcance la motosierra y le ampute la mano al calvo, me levante y le separe el cráneo por la mitad, me gire en dirección al embarcadero y ya no quedaba nadie allí, la barcaza se alejaba de la isla con Sabine en su interior.

lunes, 9 de abril de 2012

FLASHBACK DEL BUHONERO

En aquel momento era un hombre alto, elegante, con el pelo oscuro perfectamente peinado de peluquería, vestía un elegante traje de firma y todo el mundo me envidiaba.  Llevaba unos minutos observando frente a la ventana de mi despacho al grupo de personas que protestaba con gritos y pancartas a las puertas del rascacielos.

- Nicolás, la ministro Mato a llegado – Escuche  la voz de mi secretaria, desde la puerta del despacho.
- Que pase – conteste con voz firme, aprovechando esos segundos para recolocar el nudo de la corbata.

La ministra de sanidad era una mujer hermosa, a pesar de sobrepasar los 50 años se conservaba estupendamente, elegante, con el pelo largo castaño.  Ese día por algún motivo no lucía alegre como de costumbre, mas bien su semblante reflejaba preocupación.

- Buenos días Ana, que alegría verte – la saludé con dos besos como de constumbre.
- De buenos días nada, ya te dije que esto pasaría, tengo miles de demandas y quejas en el ministerio, los periodistas me acosanTú mierda de vacuna no sirve para nada y acabaremos los dos en la cárcel por tu culpa -  gritó Ana visiblemente enfadada.
- A mi no me hables así, cuando te llegan los coches y los regalos no protestas, te he dado mucho dinero, no olvides que estamos en el mismo barco. – conteste subiendo el tono de voz por encima del suyo.
- Me has dado calderilla La epidemia cada vez se extiende mas y tu vacuna no sirve para nada.  Te estas forrando gracias a mi y yo no paro de recibir palos, estoy bajo mucha presión – dijo la ministra acercándose a unos pocos centímetros de mi.

La agarre, la gire y la estruje contra mi,  empecé a besarla el cuello y ha rozar mi miembro en su culo.  Ella hizo un ademán de soltarse, pero la sujeté firme y continúe besándola y rozándome contra ella  -  Ya no te acuerdas del otro día en la fiesta, lo bien que lo pasamos entre el confeti – la susurré al oído mientras introducía mi mano en el interior de su blusa, abriéndome paso hasta sus pechos, los cuales estaban muy duros.   Unos segundos después Ana comenzaba a relajarse, excitada por los besos y el masaje en los pechos.  En ese momento la empuje bruscamente contra la mesa de mi despacho, sin dejarla moverse.  Ella apoyo las palmas de las manos en la mesa y separo las piernas,  inclino un poco el culo y lo empezó a mover de un lado a otro esperando mi envite.   Yo la levanté la falda dejando su tanga de fina lencería al descubierto, la agarre con una mano del pelo y con la otra saque la polla por la bragueta del pantalón. Cuando retiré a un lado el tanguilla noté lo húmeda que se encontraba, ya era mia.  

- ¿Dime de quien es este culo? – la increpe, propinando un cachete en su ministral culo.
Ella hizo ademán de girarse y protestar, pero le introduje la polla hasta dentro, apagando cualquier conato de rebeldía.  Cuando ella estaba en su punto mas caliente, a punto de llegar al orgasmo, se la saqué del interior.

- No, por favor sigue follándome, no me dejes así – grito Ana con voz de entregada.
- Prométeme que tu ministerio me respaldara, que no me dejaras tirado – dije introduciéndosela de nuevo en su húmedo coño.
- Si, si, si, pero por favor no pares – respondió ella como una adicta a las pollas.

Cuando llego el momento de eyacular, saqué la polla de su interior y la mascada salió volando hasta su larga melena, ella no se percibió y yo no la dije nada, quedando el pelo impregnado de la viscosa sustancia blanca.  Unos minutos después la ministra salía de mi despacho toda digna pero con el pelo impregnado de mi “champú”.

A continuación entro mi secretaria con un montón de informes que dejo sobre la mesa.

- No tengo tiempo de leerlos, resúmemelos – la ordené mientras terminaba de abrocharme el pantalón.

Los casos de infectados por el virus aumentan exponencialmente en todo el mundo.  En muchos países de Asia y África la situación esta descontrolada.   Las peticiones de vacunas han aumentado hasta los 100 millones de unidades – tendremos que subir el precio – interrumpí.  Los beneficios del ultimo trimestre han aumentado un 30000 %.  La OCU y otras organizaciones han denunciado la inocuidad de nuestro fármaco y nos llueven las demandas – Se pueden meter sus demandas por el culo, tengo a la ministra pillada de los cojones, je je – volví a interrumpir, satisfecho.

Sonó el tono "We are not gonna take it" de los Twisted sister en el móvil y  le hice un ademán con la mano a la secretaria para saliera del despacho.

- ¿Dime cielo que pasa, no deberías estar en tu partido de padel? – Contesté preocupado a mi mujer, que estaba al otro lado del teléfono.
- Nicolás, a pasado algo horrible – dijo Cuca gimoteando.
- ¿Qué ha pasado? Tranquilízate y cuéntamelo todo despacio –  la dije intrigado por saber que era eso tan horrible que la había sucedido.
- Un loco nos ha atacado, a sido terrible, a mordido a un guardia de seguridad y el guardaespaldas de Piluca le ha disparado con la pistola.  Parecía una película, creo aun que tengo taquicardia……. –
- ¿Pero tu como estas? Interrumpí a Cuca impaciente.
- Yo, estoy bien.......pero – contesto ella a punto de proseguir su historia.
- ¿Entonces por que me molestas?, sabes que no debes llamarme, si no es algo muy importanteTe dejo que me pillas en una reunión. – sin decir mas la colgué, lamentándome de la mala suerte que había tenido de que no la mordieran a ella y quitarmela de encima.

Conforme colgaba el teléfono la secretaria volvía a entrar en el despacho.  A la par que  yo hablaba por teléfono con mi mujer, había llamado el director de la fabrica para pedir ayuda, pero por un motivo diferente, los trabajadores se negaban a seguir trabajando en turnos maratonianos, por la miseria que cobraban y amenazaban con una huelga inminente.

- Joder me tengo que ocupar yo de todo – refunfuñe enfadado – ahora no puedo ir a la fabrica, he prometido a mi hija y sus amigas que las recogería del colegio y las llevaría de compras, llámale de nuevo y dile que lo resuelva el solo o que vaya buscando otro empleo – dije visiblemente enfadado, no por la posible huelga en la fabrica, sino por que deseaba ardientemente ir a recoger a las amigas de mi hija.  No era la primera vez que lo hacia, durante las ultimas semanas se había convertido en habitual, el día de compras una vez a la semana.  Yo, recogía a las chicas en la puerta del colegio y las llevaba a algún centro comercial o zona de compras donde las obsequiaba algun regalo: bolsos, ropa, teléfonos, etc.  A cambio las chicas se dejaban mirar semi desnudas en los probadores y manosear un poco.  

Notaba la erección bajo el pantalón solo de pensar en las colegialas, entonces mi secretaria me aviso de otra llamada de la fabrica.  Antes de que pudiera montar en cólera, la secretaria me advirtió que el problema no era la huelga, sino un grupo de trabajadores que presentaban los primeros síntomas del virus.

- Lola, Llame por teléfono a mi hija y dígale que la pasare a recogerlas a las seis, en vez de a las cinco.  Luego dígale al director de la fabrica que estaré allí sobre las cuatro y media que quiero a todo el mundo preparado y ……otra cosa, prepare el finiquito del director, es un incompetente.

A pesar de que ya hacia mucho tiempo que la epidemia había brotado y ya estaba dispersa en todo el mundo, nunca había visto ningún infectado.  Fue ese día, cuando conducía mi flamante Audi Q8 en dirección a la fabrica cuando en mitad de la carretera aparecío un tipo, que como un poseso corría directo al frontal del coche.  Yo conducía mas rápido de lo debido y no reaccione a tiempo, por lo que embestí al tipo, a pesar del frenazo en seco del ultimo segundo.   El impacto lo catapulto a mas de 20 metros de distancia.   Solté el cinturón de seguridad, salí del coche y miré alrededor, no había nadie, era verano y hacia mucho calor, la gente seguramente dormía la siesta a esa hora.   Estaba sopesando la posibilidad de volver a meterme en el coche y escapar, cuando sorprendentemente el tipo atropellado se puso de pie y empezó a caminar cojeando torpemente hacia el coche.    El tipo tenia una pinta espantosa, el atropello le había provocado la fractura de varios huesos, seguramente la cadera, parecía que se caería al suelo de un momento a otro por el balanceo con que se movía.  Pero aun así, se me acercaba lentamente, con la mirada fija en mí.  Después de unos segundos de titubeo, volví a montar en el coche y aceleré.   Esquivé al infectado y lo deje atrás rápidamente, al mirar por el retrovisor vi como el tipo lentamente se había girado y caminaba en la misma dirección que yo había tomado, me seguia.

Llegué a la fabrica algo nervioso, sin poder parar de darle vueltas al incidente de la carretera. Aun así no le dije nada a nadie, calle y me dirigí a la enfermería de la fabrica acompañado de los directivos, escoltándome cual guardia pretoriana.  


- Hemos tenido que reorganizar algunos grupos de trabajo y parar las cadenas de montaje E y G, estamos funcionando al 60 %, tenemos muchos trabajadores enfermos – me puso al día el director de la fabrica durante el trayecto a la enfermeria.
- Tonterías, nos quieren boicotear, pero estos gañanes no saben con quien se la están jugando – le respondí al director, con la mente puesta en el problema.

Cuando lleg a la enfermería me encontré con una imagen escalofriante, los hombres que estaban allí no estaban enfermos, estaban moribundos.  No debían estar en una enfermería sino en un hospital.  Pero tenia muy claro que si ellos no producían vacunas, yo no ganaba dinero y el dinero estaba por delante de su bienestar.

- Queridos compañeros, se que lo que os pido es duro, pero el mundo esta viviendo una situación critica, la epidemia se extiende y nuestra vacuna es la única forma de combatirla.   No lo hagáis por mi, hacerlo por los niños, los ancianos, por vuestras familias.  Necesitan que os levantéis y volváis a vuestros puestos de trabajo a seguir fabricando vacunas – En este punto de mi discurso los primeros hombres se levantaron y como pudieron volvieron a sus puestos.
- Este esfuerzo que os pido no se olvidara,  ayuden a estos hombres a llegar a su puesto – ordené a los directivos y médicos, señalando a los que aun seguían tumbados.

Cuando la enfermería quedo vacía,  le toco el turno al director, despues de unos gritos por no haber reemplazado a esos hombres antes, le ordené contratar sustitutos lo mas rápido posible y que no olvidara descontar del sueldo el tiempo de enfermería a esos trabajadores.  Por supuesto, si ocurria lo peor, no debía de enterarse nadie, el cadaver tenía que desaparecer.   Me marche satisfecho de haberlo resuelto tan rápidamente.

A la hora que tenia previsto, salía de la fabrica y arrancaba mi Audi en dirección a Madrid, eso si, por una ruta diferente a lo que había utilizado para venir.   Puntual como un reloj llegué a la puerta del colegio privado donde estudiaba mi hija.  Allí en la puerta estaba Cayetana mi hija y una única amiga.  En un principio me decepciono que tan solo viniera una joven, pero luego pensé en las posibilidades que eso me abrían y me alegre.   La joven se llamaba Cecilia, era una preciosidad rubia con cara de ángel, de estrechas piernas y senos en pleno desarrollo.   Ya había venido alguna otra vez y había respondido bien, era facilona.

- Hola cielo, ¿Cómo es que no vienen mas amigas tuyas? – pregunte preocupado de que alguna se hubiera ido de la lengua.
- No ha venido casi nadie a clase, todo el mundo dice que se va a quedar en casa, hasta que no pase la epidemia – me explico Cecilia y yo me quede mas tranquilo.
- No pasa nada, nos iremos los tres de compras y nos lo pasaremos genial – dije guiñándole el ojo a Celia y dándola una palmadita en el culo,
- Estupendo, tenemos que pasar por la tienda Apple, a por el nuevo Iphone, que ya lo tiene todo el mundo, luego papi si quieres podemos ir a probarnos bikinis – dijo mi hija Cayetana con voz melosa.

Con cara triunfante arranque el coche, coloque el espejo retrovisor en posicion, para que enfocara directamente a las piernas de Cecilia, la cual sin cortarse ni un pelo hacia continuos cruces, dejándome ver sus mulos y parte de sus braguitas.  Cuando Íbamos a coger la carretera del centro comercial, encontramos a la policía desviando todo el trafico, la situación dentro de la ciudad había empeorado y estaba descontrolada, así que la habían cerrado, nadie podía ni entrar ni salir de Madrid, también se había establecido un toque de queda a las ocho de la tarde, eso casí me jode el plan.

- No pasa nada chicas, iremos a casa a darnos un baño en la piscina y llamare a mi secretaria para que compre los Iphone y nos los envíe por mensajero lo antes posible. – las chicas asintieron mientras yo me hacia pajas mentales, pensando en ellas haciendome un lesbico.

Una vez en casa, para mi disgusto nos recibió Cuca mi mujer, ya había vuelto del club de padel y estaba muy alterada por la situación.  Había dado el día libre a todo el personal de servicio, se habían marchado a sus casas, preocupados por sus familias.  Eso me cabreo mucho, me gustaba tener siempre a alguien que me sirviera y obedeciera, ahora tendríamos que apañarnoslas solos.   Despues de discutir con Cuca, subí arriba a cambiarme, escuché voces y risas en la habitación de las niñas, me acerque y entorne la puerta, no mucho, lo suficiente para poder observar como se quitaban el uniforme del colegio y se ponía un mini bikini.  No pude resistirlo, me agarre la polla y empecé a masturbarme, las chicas me descubrieron y empezaron a reírse, pero sin intencion de cubrirse, al contrario empezaron a poner poses eroticas, en las que mostraban sus encantos y que provocarón que eyaculara a las primeras de cambio observando sus tiernos cuerpecitos.

Cuando bajé a la planta baja,  Cuca estaba viendo las noticias en la tele, me informo que la situación era peor de lo que se pensaba, en Madrid la epidemia estaba descontrolada, la policía había cedido el control al ejercito.  El asesinato y pillaje se castigaba con la ejecución inmediata, sin juicio.   El teléfono no funcionaba desde hacia horas y había cortes de luz y gas intermitentes.

Las siguientes horas vimos imágenes de todo tipo en la televisión, saqueos, asesinatos, infectados devorando a la gente sin que nadie hiciera nada.  Una presentadora de telediario atacada en directo.   No debía esperar mas, tenia que empezar a actuar, como primera medida me acercaría al centro comercial a comprar alimentos, armas y sacar todo el dinero posible del banco.    Luego montaríamos en el coche y nos refugiariamos en la casa de Marbella, allí estaríamos mas seguros.  Cogí el 4X4  para saltarme los controles, atravesando campo y utilizando caminos rurales hasta llegar a el centro comercial.    

El centro comercial presentaba una imagen dantesca, todo el mundo había tenido la misma idea, acercase a comprar o robar todo lo posible.  Aquello parecía una batalla campal,  los infectados se contaban por docenas y atacaban a todo el que se acercaba.   Espere un rato en el interior del coche, iluso de mi, esperando que los policias acabaran con los infectados para acercarme, pero pasaba el tiempo y cada vez eran mas los infectados y menos los que luchaban contra ellos.  El grupo de policías que disparaban a los infectados dejo de hacerlo, montaron en un vehículo y escaparon.  Las personas que quedaron intentaron refugiarse en el interior del centro comercial, metiéndose en una ratonera.  Luego un par de ellos me localizaron así que arranque y me volví con las manos vacías y la sensación de que había que cambiar el chips, el mundo como lo conocíamos había cambiado y había que adaptarse.

De regreso a casa, pensé que podíamos hacer.  Siempre había salido de las situaciones mas difíciles y esta no iba a ser la excepción.  No era casualidad que hubiera amasado esta fortuna viniendo de una familia humilde.   Si había alguien capaz de sobrevivir a esto, ese era yo.   Tenia que conseguir gasolina, alimentos y sobre todo armas, ¿De donde podría sacar armas?,  Braulio, su vecino, era cazador y le había visto varias veces con escopetas.  Eso seria lo primero que haría al llegar al chalet.

De regreso Cuca esperaba impaciente en la puerta.  Ignorándola, sin decirla palabra, entre al garaje a regoger una maza y asaltar el chalet contiguo, parecía que no había nadie en el interior.  Levante la maza para forzar la cerradura de la puerta.

- Yo que tu no haría eso, Nicolás – dijo una voz que salía de la ventana mas próxima a la puerta.   Luego asomo el cañón de una escopeta.
- Tranquilo Braulio, queremos negociar, no vamos a robarte, necesitamos armas – conteste dejando caer la maza al suelo.
- Largaté de aquí, no tienes nada que me interese – dijo Braulio
- Te pagare el dinero que quieras, tengo millones,  pon un precio por una escopeta y unos cartuchos y lo pagare – le dije consciente del poco valor que tenía el dinero en ese momento.
- Tu dinero ya no vale nada, todo se ha ido al garete por los mierdas como tu, ahora jodete y apechuga con tu obra – dijo lapidariamente, como antiguo cliente de mi empresa, sabia a que me dedicaba.
- Espera, .................He visto como miras a mi mujer, ella puede ser tuya -  sabia que a Braulio le molaba Cuca, le había pillado mirándola a escondidas un par de veces.
- ¿Podré hacer con ella lo que quiera? – pregunto después de una pausa para pensárselo.
- Si, dame una escopeta y podrás hacer con ella los que te apetezca – En ese momento Cuca se lanzo sobre mí furiosa, intentando golpearme, sin contemplaciones la agarre por el pelo y la empuje contra la puerta.

Entonces Braulio abrió la puerta del chalet y la introdujo en el interior agarrandola del brazo.

- Cuando estemos dentro te daré el arma –  me dijo Braulio sin dejar de apuntarnos.
- Je je mil gracias, aquí tienes tu escopeta y un par de cajas de cartuchos, suerte – dicho esto cerro la ventana y nunca le volví a ver, ni a el ni a mi señora esposa.

La escopeta era un logro considerable, vaciar los depósitos de los tres coches me proporcionarían bastante gasolina, la comida no seria problema, al menos durante las primeras semanas y tenia a las niñas a mi disposicion.  Y cuando me cansase de ellas, podria cambiarlas por cualquier otra cosa util.

Una nueva epoca, que no pintaba nada mal para los tipos como yo.
se lanzaron hacia ellas.