lunes, 23 de enero de 2012

VUELTA AL COLE

El BMR avanzaba a toda velocidad por la carretera secundaria. Llevaba varias horas con el único entretenimiento de atropellar a los podridos que se cruzaban esporádicamente por la carretera y el sonido de sus huesos crujiendo en el frontal del blindado. Fue entonces cuando al final de una recta vi a uno caminando por la cuneta. Era de los frescos, pues caminaba rápido. Aceleré para embestirlo y él se giro cuando estaba a pocos metros. Salto a un lado y me esquivó. Según le rebasaba pude oír un claro “Hijo de putaaaaa”. No era un zombie, era un tío que iba caminando por la cuneta. Pise el freno y salí a buscarlo.

- Que coño haces tío, casi me matas – me gritó mientras me acercaba corriendo.
- Perdona tronco, te confundí con un podrido y casi te doy pasaporte - le contesté, era un adolescente, de aspecto flaco, con el pelo castaño en punta, ropas andrajosas y como único equipaje: una guitarra eléctrica.

Despues de explicaciones y presentaciones, me contó que se dirigía a un colegio mayor que había cerca de donde lo encontré, era un colegio interno de chicas en el cual estaba su novia cuando estalló la infección. Era increible, había andado y esquivado zombis por más de 300 Km. para llegar al colegio con la esperanza de encontrarla. Eso es amor. Yo lógicamente despues del intento de atropello no podía hacer otra cosa que no fuera llevarle al colegio, además me cayo bien instantáneamente.

Por el camino me contó sus peripecias para escapar de los zombis. Si cada uno de los pocos supervivientes que quedábamos escribiéramos nuestras aventuras, tendríamos los mejores libros de acción jamás escritos, la realidad superaba con mucho a la ficción. Por ejemplo David, que así se llamaba el chico, estaba tocando con su grupo en un local cuando empezaron a entrar infectados. Cogió la guitarra y, a modo de bate de beisbol, empezó a reventar cabezas de zombis con el instrumento musical hasta que se abrió paso y consiguió escapar.

El colegio estaba a las afueras de un pueblo, lo cual podría complicar las cosas. Ciudades y pueblos significaba que habría zombis pululando por los alrededores.
Dimos un rodeo y llegamos a un muro que debía ser la parte trasera del colegio. Había poco movimiento, un par de zombis que reaccionaron a la llegada del vehiculo y poco más.
David, con su guitarra, se encargo de uno, al otro lo decapite con mi katana.
Había que darse prisa, podían llegar más en cualquier momento. Aparque el BMR junto a un árbol cuyas ramas llegaban al interior del colegio superando la valla.  Era la mejor forma de entrar y salir, tener el vehículo de escape preparado. Teníamos cerca el BMR y los zombis eran incapaces de escalar al árbol y seguirnos.
Escalamos por las ramas, sobrepasando la valla y saltando al interior.

Aparecimos en las instalaciones deportivas del colegio. Un campo de atletismo a la derecha, demásiado expuesto y un edifico de tres plantas al otro lado. Este último era la mejor opción para avanzar sin ser vistos. Al asomarnos a las ventanas del edificio vimos que se trataba de una piscina cubierta. Todo parecía abandonado. La buena notícia era que no había rastro de zombis por ninguna parte.

El siguiente edificio que encontramos debía de ser de administración. Tampoco había rastro de nadie en su interior. De repente unos gritos llamaron nuestra atención.
Nos asomamos a una ventana y nos quedamos con los ojos como platos. Eran un grupo de chicas jóvenes, todas con el uniforme del colegio, calcetínes, faldas tableadas muy cortas y blusas blancas muy ajustadas y semiabiertas, por un momento pensé que eran prostítutas disfrazadas de colegialas. Hicieron un círculo dejando a dos de ellas dentro, una lloraba implorando perdón, la otra tenía una máscara en la cara y con un látigo se disponía a darle una paliza a la que suplicaba.

David y yo bajamos corriendo las escaleras, según nos acercábamos a la puerta de salida, oímos los golpes que le propinaban y los gritós de suplica de la chica.

- Suelta esa correa –grité mientras apuntaba a la cabeza de la chica con el AK-47. Durante unos segundos todas nos miraron, luego la que tenía la correa la soltó y salió corriendo en dirección a uno de los edificios.
- ¿Que ha hecho esta chica? ¿Por que le pegáis?- Pregunté en tono conciliador por si las cosas se ponían feas.
Antes de que me contestaran empezaron a llegar más chicas y a rodearnos. Muchas de ellas tenían armas blancas, cuchillos, bates, algunos palos de golf...al final aparecieron un par de tipos con pistolas. Parecían llevar la voz cantante.
- ¿Quiénes sois y que hacéis aquí? – pregunto uno de ellos – Será mejor que tiréis las armas – continuó antes de que respondiéramos a la primera pregunta.
- Nosotros no tiraremos las armas, si queréis quitárnoslas, venid por ellas- dije apuntando a los tipos de las armas, que eran los que parecían más peligrosos.
- David!!! – interrumpió el gritó de una chica mientras se quitaba la máscara y tíraba al suelo el látigo. Corrió hasta David y se abrazaron, era su novia. Una chica rubia de pelo largo, por fin se encontraban.

Mientras se besaban como dos tortolitos, el resto se acercó a mi y se fueron presentando.  Me llamo la atención que solo había cinco hombres: dos eran policías, el conserje y dos empleados de mantenimiento, ningún profesor. De las chicas solo se acercaron las que llevaban máscara y látigo. Las enmascaradas parecían las jefas, el resto de alumnas permanecía en segundo plano sin acercarse, todas vestían el llamativo mini uniforme.
Después de unas tensas presentaciones nos dirigimos al comedor. Mientras caminábamos miré hacia atrás y pude ver como la chica con máscara del principio se llevaba a la llorona arrastrándola del pelo. Me mordí la lengua y no dije nada.

Durante la cena nos enteramos de la situación, un pequeño consejo formado por las personas que nos habían presentado antes, dominaba el colegio, eran cinco hombres. Por debajo de estos había un grupo de alumnas privilegiadas que se encargaban de vigilar a las demás, eran las que iban con máscara y látigo. Luego un tercer grupo que era tratado como esclavos, compuesto por el resto de las chicas. Cuando pregunté por el personal docente y directivo del colegio, me contaron que todos habían huido cuando comenzó la infección.

Durante toda la cena trataron de convencernos para que nos uniéramos a ellos. David y su novia poco interesados en nada que no fuera achucharse mutuamente desaparecieron a mitad de la cena. A mi me pidieron que me uniera a su grupo. Me tentaron ofreciéndome todo el sexo que quisiera con las chicas. Yo simplemente callaba mientras nos servían la cena estudiantes semidesnudas que al pasar provocaban rozamientos y contactos intentando convencer mis silencios.

La cena finalizó con un espectáculo dedicado a mí. Era un strip-tease de una alumna llamada Zaira, morena, pelo largo y liso, con rasgos arabes, empezó a moverse sensualmente y a desnudarse como si de una profesional de una barra americana se tratara. Yo no podía quitarle los ojos de encima. Tenía un cuerpo escultural, era alta, delgada y las tetas redondas y firmes debian de ser de silicona, el vello pubico negro rasurado en forma de corazon. Yo tenía una erección de caballo, cuando la chica se subió en mis rodillas abierta de piernas casi me estalla el pantalón. A duras penas pude aguantar la compostura hasta que terminó el espectáculo, al final, desnuda encima mía,  frotándose contra mi pantalón  provoco la eyaculación.

- Si la quieres es tuya, se ve que llevas mucho tíempo sin follar. - Me devolvió a la cena la voz de uno de los policías, mirando la mancha de mi pantalon.
- La oferta es buena, pero la verdad es que ya le había echado el ojo a otra. - Le contesté de forma despectiva, tapando con una servilleta la mancha de mi pantalón.
- Claro, solo tíenes que pedir, ¿A quien quieres? – Me pregunto mientras se miraban entre ellos y sonreían. - ¿Quizas alguno de los petitt-suisse que nos han atendido durante la cena?
- No, aunque reconozco que es tentador. La que me ha gustado es la chica que había en el patío cuando llegamos, a la que estaban dando la paliza, sus gritós me daban mucho más morbo que una bailarina.o una camarera - dije mientras le guiñaba el ojo a uno de los polis.

Al principio permanecieron callados, serios, mirándose unos a otros, creí que se iban a negar, cuando de repente todos empezaron todos a reír y uno de ellos gritó, - Este es otro pervertido, este típo esta peor que nosotros - yo suspiré aliviado, - claro amigo esta noche te la llevarán a tu habitación, puedes hacer con ella lo que desees.

Más tarde, ya en mi habitación, llamaron a la puerta y apareció la chica en cuestión, estaba desnuda. A priori tenia buen aspecto, pero cuando se acerco a mi,  pude ver su frágil cuerpo, lleno de moratones. Había recibido una paliza bestial, la mire a la cara y de sus mejillas caían lágrimas.

- ¿Cómo te llamás, niña? Le pregunté lo más tíernamente que pude.
- Irene señor– me contesto temblando.
- Vístete, no quiero abusar de tí, lo único que quiero es un poco de información. – la dije mientras la tapaba.

Se paso varios minutos llorando y otros tanto callada con miedo a hablar antes de que la pudiera convencer para que me contara que había pasado en el colegio.

Al parecer cuando empezaron a llegar notícias de la infección, solo algunas chicas y profesores abandonaron el colegio, la mayoría se quedaron e intentaron seguir una vida normal. Un día llegaron los policías. Les habían mandado para protegernos de los zombis, todo siguió igual hasta que un día el colegio amaneció rodeado por zombis.

Todo el mundo estaba derrumbándose y los zombis estaban a la puerta del colegio intentando entrar. Entonces los policías tomaron el mando, conforme fueron pasando los días se volvieron más déspotas y autoritarios. Un día uno de los policías se encapricho de una chica, ella le rechazó y él delante de todo el mundo la violó, el grupo de profesores, encabezado por el director, intentó intervenir, pero el otro policía no les dejo, dijeron que ellos eran los que mandaban y que podían hacer lo que quisieran, que o estaban con ellos o contra ellos.
Amenazaron con echar del colegio a todos los que no se unieran a ellos.

Ahí llego la división,  unos pocos se unieron a ellos, pero la mayoría se quedo de lado del director.

Al día siguiente nos llamaron a reunión junto a la puerta principal del colegio, tenían al director atado en lo alto del muro, le habían dado una paliza, los zombis estaban esperando debajo con los brazos estírados, sedientos de sangre. Le dieron una patada y calló en los brazos de los zombies como si fuera una estrella del rock. Desde luego no tuvo ninguna oportunidad de defenderse, fue un asesinato. Obligaron a todos a ver como los zombies le despedazaban.

- ¿Después que pasó? - Pregunté mientras secaba sus lágrimas.

Despues fue peor, luego llegaron las violaciones, las palizas, la que no obedecía era salvajemente castígada o lanzada a los zombis. 
A una de las chicas la desnudaron delante de las demas, la pusieron a cuatro patas y le obligaron a realizar el acto sexual con un perro del conserje, el perro la estuvo montando durante varios minutos mientras ellos se reían y animaban al perro. La chica esa misma noche se suicido. Nosotras creíamos que los monstruos estaban al otro lado del muro, pero en realidad los monstruos estaban en nuestro lado.

- ¿Y las chicas de las máscaras? ¿Y las del comedor?
- Unas están con ellos por miedo, otras por necesidad. Solo Úrsula que es la que me ha dado la paliza es como ellos, es una sadica.
- Y el resto de profesores, los que apoyaron al director, ¿Dónde están?
- Están encerrados en la casa del conserje, pero no se si siguen vivos, los han torturado y no los alimentaban. Seguramente ya estén muertos.
- Pues la única forma de saber si siguen vivos, es ir a buscándolos - dije mientras recogía la katana y comprobaba la munición de la Glock. – tu quedate aquí hasta que yo vuelva.
- No me dejes, porfavor¡¡¡ Ursula me matara - grito sujetandome desnuda intentando evitar que abandonara la habitacion.

Cuando salí de la habitación, me topé con una chica con máscara y látigo haciendo guardia en la puerta, era Úrsula. Con el cañón de la pistola dentro de su boca, amablemente me informo de donde dormían las personas que me interesaban. Entonces le dí la espalda y caminé en dirección a la escalera. Como yo esperaba Úrsula vino detrás mía con un cuchillo en la mano. Ya sin remordimientos, un rápido giro de muñeca al desenvainar la decapitó en el acto, cayendo su cabeza a mis pies. Sus ojos parecían mirarme desde el suelo y  moverse. Como si fuera Messi de un puntapié la metí en la habitación.

Tenía claro que mi primera visita sería a los polis. Eran los más peligrosos. Así que fui directo a su habitación.
Tenía que ser algo rápido y silencioso para pillarlos desprevenidos. Mi primera intención fue darle una patada a la puerta, pero unos gritós al otro lado me hicieron cambiar de opinión
Abrí la puerta silenciosamente y me encontré a uno de los policías vestido únicamente con una máscara de cuero negro. Tenía a tres chicas desnudas, atadas al techo con correas por las manos.
Sus cuerpos estaban llenos de moratones y ampollas. Les había introducido consoladores y otros aparatos por todos sus orificios. La boca la tenian amordazada para impedirles gritar.
Una de ellas sangraba por los pezones. El cabrón estaba sentado en un sillón de espaldas a la puerta. Tenía a una cuarta chica desnuda encima de las rodillas y le regañaba a la vez que le daba azotes en el culo a modo de castígo. Estaba tan inmerso en su depravación que no fue consciente de mi presencia hasta que apunté a su cabeza con mi pistola. Tuve que reprimir mis ganas de meterle una bala en la cabeza, pero el hijo de puta se merecía una muerte más dolorosa y lo más justo era que fueran las propias chicas las que decidiesen. Lo até y amordacé y después me dediqué a liberar a las chicas. Les dije que podían hacer con él lo que quisieran. Cuando salía de la habitación mire atrás y vi como las cuatro chicas se abalanzaban sobre él como si de la horda se tratase.

Me dirigí a la habitación del otro policía, no se oía ningún ruido, quizá estuviera durmiendo.
Oí un quejido al otro lado de la puerta. De una patada abrí la puerta pensando que iba a encontrarme el mismo espectáculo que en la otra habitación. Me equivoqué, aquí el show era diferente.
El hombre estaba desnudo a cuatro patas con las manos esposadas a la espalda y la mordaza en la boca la llevaba él. Detrás de él estaba Zaira con un ajustado traje de látex negro, introduciéndole algo que parecía un pepino por el culo. Me acerqué, aparté a la chica, le saqué el pepino e introduje el cañón de mi pistola. Sus ojos eran de pánico total. Entonces disparé y la bala le atravesó todo el cuerpo saliendo por su boca.  Me acerque a la chica que tranquilamente estaba mirando en un rincon de la habitación impasible.

- En cuanto a tí guapa, en cuanto termine todo esto saldaremos cuentas pendientes - le dije señalando la mancha de mi pantalon,- no creas que esto quedara así.

Mi siguiente objetivo era el conserje. Un viejo gordo con aspecto sucio y que, según Irene, apreciaba más a sus perros que a las personas.
Me acerque cautelosamente a su casa. Estaba apartada del resto de los edificios, junto a la entrada al colegio, pegada al muro exterior.
Vi luz en una de las ventanas y me acerqué. El asqueroso estaba sentado desnudo en un sillón. En la habitación había dos chicas desnudas a las que trataban como si fueran perros. Lanzaba un objeto y una de las chicas corrían a cogerlo con la boca y se lo llevaba de vuelta, entonces le daba una galleta como premio, mientras la otra le lamia los huevos con la lengua e imitaba los ladridos. Empuje la puerta y entre con la pistola por delante apuntando directo a su cabeza. De la nada aparecieron dos rottweiler, uno me engancho el brazo donde tenía la pistola, el otro se engancho a mi pierna. Reaccioné tan rápidamente como pude y con la mano que me quedaba libre cogi el cuchillo y atreverse la garganta del perro que me mordía el brazo.
Iba a disparar al otro perro cuando vi que el conserje intentaba alcanzar la puerta para huir. Decidi con el otro rottweiler mordiéndome aún la pierna que no debia de escapar, me giré y le disparé acertándole en un glúteo.
El conserje se tíro al suelo gimiendo y suplicando por su vida. De repente un hacha me paso rozando la cabeza, me gire y vi como una de las chicas acababa de decapitar al perro que me mordía la pierna. Temblorosa, dejó caer el hacha y se abrazaó a la otra chica.

Me acerque al conserje cojeando. Lo agarré del pelo y lo lleve a rastras hasta el muro. Allí forcejeamos y lo empujé al exterior.

- Ahora estás donde debes estar, entre bestias, - grité mientras caía al suelo exhausto.

Al otro lado del muro se empezaron a oír los gritós del conserje intentando zafarse de los zombis que lo acechaban.

Yo, volví a entrar en la casa del conserje, les pedí a las chicas que me ayudaran, la pierna me sangraba mucho y apenas tenía fuerza.

- ¿Dónde están encerrados los profesores? Tenéis que ayudarme – necesitaba su ayuda, los perros casi habían acabado conmigo.

Las chicas me llevaron a unas escaleras que descendían al sótano, ahí debía ser donde estaban los perros.
Descendimos y vimos una puerta cerrada con llave. Una de las chicas hizo ademán de volver a buscarlas, pero no había tíempo. Disparé a la cerradura haciéndola saltar por los aires.
Cuando se abrió la puerta un olor nauseabundo salio al exterior, dentro había hombres moribundos, ni los peores zombis tenían tan mal aspecto, ninguno de los que quedaban vivos me iba a poder ayudar.

- Ocuparos de ellos, yo tengo que acabar lo que he empezado. – Les dije mientras volvía a subir las escaleras como podía.

Salí de la casa del conserje en dirección a los edificios principales de la escuela, a estas alturas ya todo el mundo sabia lo que estaba pasando y los dos que quedaban me estarían aguardando, mientras, yo cada vez perdía más sangre y estaba más débil.

A penas pude avanzar 100 metros más cuando caí de rodillas, la vista se me empezaba a nublar. A una distancia que no sabría determinar dos hombres se acercaban a mi con largos cuchillos en las manos. Yo había perdido mi pistola por el camino y no tenía fuerzas para luchar ni para huir.
Cuando estaban a unos pocos metros de mí, apareció una figura con una guitarra que se interponía entre ellos y yo.
Caí al suelo y perdí el conocimiento. Justo antes de cerrar los ojos la cabeza de uno de los hombres llego rodando hasta mi cara.

Cuando desperté lo primero que vi fue a David, me contó que me había pasado durmiendo casi tres días. A pesar de tener más puntos en mi cuerpo que un partído de baloncesto estaba bien comparado con los profesores. Esos si que iban a tener que estar una buena temporada en cama hasta que se recuperaran.
Me regaño por no invitarle a la fiesta, ¿Que era eso de montar una fiesta nocturna sin avisar a los amigos? Afortunadamente llego cuando más lo necesitaba y acabo la tarea que yo empecé.
Ahora yo estaba terminando de curarme para contínuar camino y el se quedaba al frente del colegio hasta que los profesores se recuperaran.

EPILOGO

De mis cuidados y recuperación se encargo Zaira. Todas los días que pasé en el colegio recibí una visita suya. Conversábamos hasta altas horas de la noche y antes de marcharse a modo de despedida me hacia un trabajo manual o bucal. Solo la últíma noche fue más lejos, me hizo un regalo para que no la olvidara nunca. Esa noche hicimos un repaso al Kamásutra y a una variedad de juegos sexuales que duraron toda la noche y que cumplieron su objetivo, no la olvidé nunca.

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